Esta muestra, que abre sus puertas mañana, propone un acercamiento al momento histórico en el que tiene lugar el “redescubrimiento” del Greco por Bartolomé Cossío y el papel fundamental de Benigno Vega Inclán en su particular homenaje al cretense.

En resumen, pone de manifiesto la estrecha relación del artista cretense con la ciudad imperial, su contexto histórico y realiza una lectura del espacio y del tiempo en el que se produce este redescubrimiento. Domenikos Theotokópoulos. 1900 El Greco incluye 45 obras, entre las que se encuentran originales de El Greco, obras provenientes de su taller o copias de sus obras, y de otros autores, como Sorolla, Sánchez Coello, Juan Bautista Martínez del Mazo (el yerno de Velázquez) o Luis Tristán.

Obras destacadas 

La idea de Domenikos Theotokópoulos. 1900 El Greco surge, en cierta medida, ante el cierre temporal del Museo del Greco para la modernización de sus instalaciones, lo que suponía una oportunidad única para mostrar en diversas ciudades españolas -Sevilla, Valencia, Zaragoza y el mismo Toledo- y en México y Bélgica la riqueza de sus fondos al tiempo que se pone de manifiesto el papel desarrollado por el museo toledano en el proceso de recuperación de la figura del artista.

Entre las obras más destacadas de la muestra destacan el Apostolado del Museo del Greco, único enteramente autógrafo en su producción; las dos inmaculadas que pintó el artista (Inmaculada Oballe, de la parroquia de San Nicolás de Bari, y La Inmaculada y San Juan, de la iglesia de San Vicente); La Verónica, procedente de la parroquia de Santa Leocadia, y las Obras completas de Jenofonte, anotadas por El Greco, de la biblioteca del marqués de la Vega Inclán. Además, se podrá contemplar también una obra inédita del Greco, un óleo sobre tabla de un Cristo crucificado de la escuela veneciana.

Pintor en el olvido

Domenikos Theotokopoulos, El Greco, murió en abril de 1614 y con su fallecimiento su arte iría progresivamente cayendo en el olvido. El gusto de sus contemporáneos y de los que vinieron detrás le dieron la espalda. Todo cambió en 1908 cuando Bartolomé Cossío, profesor de la Institución Libre de Enseñanza, realizó un estudio completo de sus obras. Es en ese momento cuando El Greco vuelve a convertirse en el centro de las miradas; artistas y eruditos reflexionan sobre su pintura o sobre lo vanguardista de su técnica. Comenzó entonces a fraguarse un mito.

Hay también que resaltar la figura del marqués de Vega Inclán, marchante y mecenas, que desarrolló un importante papel ayudando a Cossío en la localización de las pinturas del cretense y quien, contagiado por el entusiasmo del profesor, se embarcaría en la compra de una casa situada en la judería toledana –muy cerca de donde se supone habría estado situada la del artista– para convertirla en la casa-museo que posteriormente donaría al Estado.

Junto a su antigua morada

Junto a la antigua morada se edificó el museo donde se exponen los lienzos del Greco que hasta entonces se guardaban en San Juan de los Reyes. La colección de la Casa-Museo está compuesta por el conjunto de lienzos que Vega-Inclán restauró y entre los que destaca el conjunto del Apostolado, formado por la serie de los doce apóstoles presididos por El Salvador. A su vez, la colección alberga un pequeño pero excepcional grupo de retratos, como los de los hermanos Covarrubias, o determinados ejemplos de pintura devocional.

La muestra está organizada por la Sociedad Estatal para la Acción Cultural Exterior (SEACEX), la Junta de Comunidades de Castilla-La Mancha y el Palacio de Bellas Artes de Bruselas.

 

Toledo, 1900

El cierre de un museo no siempre supone la muerte de sus obras a los ojos de los ciudadanos. Cuando en noviembre del año 2006 el Museo del Greco tuvo que cerrar sus puertas para acometer la modernización de sus instalaciones, desde el Ministerio de Cultura, en estrecha colaboración con Caja-Castilla La Mancha, comenzó a gestarse la idea de organizar una exposición que mostrara la riqueza de los fondos del Greco y su intrínseca relación con la ciudad de Toledo en un momento, el comienzo del siglo XX, en el que el cretense empieza a despertar el interés entre estudiosos y marchantes de arte.

El ambiente de la ciudad del Tajo y sus personajes y paisajes vinculados al Greco constituyen el hilo argumental y la ocasión perfecta para mostrar, a través de los magníficos lienzos y las fotografías inéditas de la exposición y del catálogo que la acompaña, cómo el griego abandonará el letargo en el que había estado sumido durante tres siglos para pasar a ser encumbrado entre los mitos de la pintura universal. 

El redescubrimiento

Desde la muerte del cretense, acaecida en abril de 1614, su arte fue cayendo en el olvido. Sus coloridas y alargadas composiciones dejaron de ser del gusto de sus contemporáneos que volvieron sus ojos hacia obras más realistas y cercanas, hasta acabar arrinconadas en el más absoluto desprecio e incomprensión. El Greco se convertirá en un pintor maldito, olvidado, extravagante y loco, creador de un arte alucinado y deforme, poco merecedor de estudios y de exposiciones hasta 1908, fecha en la que a raíz del estudio completo de sus obras que realiza el profesor de la Institución Libre de Enseñanza Bartolomé Cossío y de diversas muestras, comenzará a captar la atención de artistas y eruditos que redescubren en su pintura las técnicas más vanguardistas y las lecturas más dispares. El mito griego renacía para los modernos estudiosos y amantes del arte. 

La casa y el museo

Entre estos amantes de la pintura destacaba Benigno Vega Inclán. El marqués, que combinaba a la perfección su faceta de marchante de arte con la de mecenas, ayudará a Cossío en su búsqueda de pinturas originales del cretense para poder realizar el catálogo completo de sus obras.

En una de sus estancias en Toledo será cuando –contagiado por el entusiasmo del profesor–, decidirá comprar una vieja y ruinosa casa en la judería toledana, muy cerca de donde estuvo la verdadera morada del Greco, el Palacio del Marqués de Villena, arrasado bajo el actual Paseo del Tránsito.

Don Benigno concibió un proyecto cultural que donará al Estado, integrado por la supuesta casa del Greco –amueblada por él mismo ayudado por Cossío y por el arquitecto Eladio Laredo con las numerosas piezas que compró al efecto– que además integraría un museo edificado de nueva planta para exponer los lienzos salvados de la ruina que se encontraban en San Juan de los Reyes, todo ello rodeado por un jardín salpicado de restos arqueológicos a modo de Cigarral toledano. El particular homenaje de Vega Inclán al Greco, inaugurado en 1910, constituye al actual Museo del Greco y es uno de los parajes más ensoñadores de la ciudad.  

La colección

El conjunto de lienzos del Greco que Vega Inclán rescató de la destrucción, pagando su restauración, conforman su gran riqueza. Se puede apreciar un pequeño y excepcional conjunto de retratos, los de los hermanos Covarrubias, hijos del arquitecto de la Catedral de Toledo e ilustres humanistas; Las Lágrimas de San Pedro, compradas por el marqués en el comercio privado, constituyen un magnífico ejemplo de pintura devocional para oratorios privados. Pero la estrella de la muestra es el excepcional conjunto del Apostolado, una serie de doce apóstoles presididos por El Salvador, que configuran el conjunto más alucinado de miradas, gestos y actitudes que el visitante pueda contemplar. Ante su visión es imposible permanecer indiferente.

Bruselas. Domenikos Theotokópoulos. 1900 El Greco. Palacio de Bellas Artes.

Del 4 de febrero al 9 de mayo de 2010.

Comisarios: Ana Carmen Lavín Berdonces y José Redondo Cuesta.