Corazón cosmopolita

Las diez esculturas que integran esta exposición guardan en sus formas esa espontaneidad ancestral que nace de la mano de Ripollés (Castellón, 1932) tanto al moldear figuras como al pintar imágenes. Cualquiera de estas disciplinas la acompaña de una teatralidad que se deja ver en sus modelos de animales o de hombres que se pasean por una abstracción figurada, por un surrealismo exclusivo del artista desde donde reivindica la libertad, la naturaleza, el sol y su tierra valenciana.

Ripollés, conocido por su facetas de escultor, pintor y grabador, es sobre todo un creador en libertad que imagina figuras imposibles y originales que llenan de ficción la realidad con un lenguaje peculiar que envuelve a su propia forma de entender la vida diluida entre lo global y lo local, entre la soledad y lo multitudinario. Desde una espontaneidad ancestral, traza y esculpe signos, con un carácter voluntariamente inocente con pretensión de seducir y enseñar a mirar y leer el mundo desde una nueva óptica.

Ensoñación amable

La escultura que Ripollés realiza con materiales diversos (hierro, bronce, terracota, fibra de vidrio coloreada, cristal) es reconocible por sus formas tridimensionales, objetuales, figurativas y dinámicas, así como por su interpretación antropomórfica fantástico-grotesca de amplio abanico temático que comprende rituales, fiestas, costumbres, figuras de animales o fetiches que aluden a las culturas afroamericanas

Este afán por desvelar una ensoñación artística amable y sincera le ha llevado en los últimos años a trabajar esculturas moldeadas con el preciado cristal de Murano para imaginar nuevas formas, nuevos colores, nueva vida. Un ejemplo de esa nueva incursión del artista la vemos en esta exposición ya que exhibe la obra Ajedrez gigante, 2008, que representa un ajedrez cuya base de madera pintada es de 8 metros X 8 metros, y las figuras en cristal de colores están hechas a escala humana.