Además, y con motivo de esta exposición, Caixa Catalunya ha instalado El Río (1938-1943), considerada una de las obras maestras del arte moderno y un icono de la escultura de nuestra época, en el Passeig de Gràcia y dos obras más, Muchacha recostada (1921) y La Montaña (1937), en los patios interiores del edificio, donde se exhibirán durante los tres meses y medio que durará la muestra.
Arte decorativo
Maillol, decidido desde muy joven a convertirse en pintor, se mudó a París en 1881 para estudiar arte, logrando su ingreso en la École des Beaux-Arts en 1885, donde estudió con Jean-Léon Gérôme y Alexandre Cabanel. Sus primeras pinturas muestran una clara influencia de sus contemporáneos, Pierre Puvis de Chavannes y Paul Gauguin.
Fue precisamente Gauguin quien le animó en su creciente interés por el arte decorativo, un afán que le llevó a iniciarse en el diseño de tapicerías. En 1893, abrió un taller de esta especialidad en Banyuls, produciendo desde el principio obras cuya calidad técnica y estética le hicieron ganarse el reconocimiento como artista innovador y renovador de esta forma de arte en Francia.
Cuerpo femenino
Posteriormente, en 1895, comenzó a hacer pequeñas esculturas en terracota, dejando poco a poco la tapicería en favor de la escultura, una disciplina en la que encontró su camino creativo en el retorno a un concepto clásico -inspirado en el arcaísmo de la Grecia preclásica- que significaba la investigación de un arte de síntesis en el que la razón, la armonía y la proporción eran los elementos básicos.
El tema que centra casi toda la obra madura de Maillol es el cuerpo femenino, tratado con un énfasis claro en las formas clásicas. El estilo figurativo de sus grandes bronces se percibe como un importante precursor de la mayor simplificación que posteriormente aportarían Henry Moore y Alberto Giacometti, y su clasicismo sereno establece un estandar en la escultura de figura europea y estadounidense hasta el final de la Segunda Guerra Mundial.
Uno de los artistas más importantes del siglo pasado Maillol es uno de los artistas más importantes del siglo pasado (Rodin le definió como “el más grande escultor francés”). En esta muestra se apoya la tesis de quienes defienden que llegó a ser un punto de ruptura que abriría una de las vías de renovación del lenguaje formal de la escultura del siglo XX, y por ello se repasa la trayectoria de este artista del Rosellón. Cabe destacar que la exposición no se limita a mostrar las piezas escultóricas que le dieron la fama, sino que comprende todas las técnicas que Maillol cultivó: pintura, dibujo, tapicería, cerámica, ilustración y escultura. Dentro de la escultura, hay desde las pequeñas estatuillas con las que se inició en esta técnica, hasta las obras monumentales que lo han hecho más conocido, como Mediterráneo o La Montaña, pasando por relieves y figuras de tamaño natural en bronce. En total, más de un centenar de piezas, ordenadas cronológicamente y agrupadas según una misma temática, pero abordada desde disciplinas diferentes. El maestro Maillol nunca quiso adscribirse a ningún movimiento. Al contrario, buscó constantemente su propia voz, un estilo personal que mostrase no tanto el gesto ni la emoción, sino una idea concreta que surgiera de la masa sólida que trabajaba. Como él mismo dijo, “la forma me gusta, y la hago; pero, para mí, no es sino el medio de expresar la idea. Lo que busco son ideas. Me sirvo de la forma para llegar a aquello que no tiene forma. Tiendo a expresar aquello que no es palpable, aquello que no se puede tocar”. El artista, conocedor de la importancia de su huella en la historia del arte, declaró que veía su figura como “un comienzo, no un final; inaugurar un siglo; si tengo un papel en el arte, es éste”. |
Barcelona. Maillol. Sala de Exposiciones La Pedrera.
Hasta el 31 de enero de 2010.
Comisarios: Bertrand Lorquin y Michael Peppiatt.