Viola tuvo una educación autodidacta, pese a que comenzó estudios universitarios de Filosofía y Letras en Barcelona, que se vieron truncados con el inicio de la Guerra Civil. Exiliado en Francia, como muchos otros, fue ahí donde se acercó a grandes artistas como Breton, Picasso, Picabia y Schneider, referencias que fueron reflejadas en sus obras. Viola fue pionero del informalismo en España y supuso un punto y aparte en la historia del arte español.

Pionero del informalismo

La muestra expone 35 obras que proceden de diversas pinacotecas, coleccionistas particulares y de la propia familia; cuadros que reflejan su marcada personalidad, donde los colores explotan, emergiendo de un característico mar de fondo negro y dan una lección de juegos de luz y de apasionantes trazos de color. Su obra se caracteriza por ser ejemplo de pasión y fuerza expresionista, libre e intensa. Usa  la espátula para crear texturas flagrantes, como “llamaradas”, productos de rabia de este creador.

 

OPINIÓN / Una exposición en palabras de su comisario

Tengo, de alguna forma, el privilegio de conocer gran parte de la obra de Viola, y eso me permite afirmarme en la idea de que la rabia fantástica que reflejan tantos de sus cuadros son la impronta que sólo es capaz de producir, con pasión, sin posibilidad para la corrección de sus amplias pinceladas, un monstruo creador como fue Manuel Viola, que jugaba con la luz haciéndola brotar del fondo de sus cuadros.

Manteniendo esa visión de conjunto sobre la obra de Manuel, en esta ocasión hablamos de obras de los años 60 y 70. Viola ya era por entonces el pintor de las puras llamaradas, de los impactos, de los trazos de color, el artista que jugaba con el reto de la luz y las sombras, una obra tan personal que, en realidad, y sin que parezca un contrasentido, el pintor, a su vez, combinaba o hacía compatible con su obra figurativa.

Sus cuadros sugieren una ejecución muy física, pero al mismo tiempo una pintura muy etérea, con una forma de trabajo libre e intensa.

Como su persona, también en su obra queda la huella de que algo puede ser profundo y abierto al mismo tiempo. Manuel Viola fue, entre otras muchas cosas, el intelectual entrañable lleno de sensibilidad, y demostró con sus cuadros ser el artista visceral, siempre lleno de ideas y emocionalmente puro. Su pintura tenía un tanto de narrativa y muchas veces jugaba igualmente con el símbolo, con la imagen inconsciente y con la sugestión que solo el artista verdadero es capaz de plasmar y conseguir resolver con un gesto.

Espero que esta exposición en Casa de los Morlanes, refleje la coherencia que el artista alcanzó en toda su trayectoria y de la que dio buena muestra a lo largo de su vida: es decir, más allá de la bohemia, toda una lección de ética y de estética.

Fernando Fernán-Gómez. Comisario.

 

Zaragoza. Luminosidad oscura. Casa de los Morlanes.

Hasta el 10 de mayo de 2009.

Comisario: Fernando Fernán-Gómez.