Los cuadros que componen la exposición denotan una técnica y una sensibilidad propias de un gran artista. La pintura poética y ensimismada de Montalvo propone nuevas vías de indagación estética y se adentra en el inconsciente a través de su riqueza visual. En sus cuadros se produce una fuerte tensión entre la bidimensionalidad de su superficie, remarcada por los colores mate, y una temática en la que predomina la exploración volumétrica y la interpenetración espacial.
Los óleos presentan unos atípicos escenarios en los que parece que algo inclasificable está a punto de suceder. Las obras desprenden una inquietante y violenta intensidad creando una atmósfera en la línea del italiano Giorgio De Chirico, con una potente plasticidad arquitectónica en la que predominan las diagonales que recuerdan a las que aparecían en los turbadores cuadros de Hopper y de las que el expresionista abstracto Rothko dijo que eran las únicas que amaba de la historia del Arte.