Geraldo de Barros, representante de la fotografía experimental brasileña; y Pablo Ortiz Monasterio, retratista de la marginalidad de México, entre otros, forman parte de una colección propia que se ha ido desarrollando sobre el terreno: su conservador, el francés Alexis Fabry –también comisario de esta muestra–, ha viajado a los distintos países para conocer de primera mano lo mejor de la fotografía de cada lugar.
Es así como, tras siete años, la colección de Anna Gamazo de Abelló es un ejemplo representativo de todos los estilos y técnicas de la fotografía latinoamericana, donde se incluyen las visiones documental y plástica, y en las que los protagonistas son las gentes y su historia.
El peso de la ciudad
La exposición lleva por título El peso de la ciudad porque, en todos los casos, la ciudad es su hilo argumental: las fotografías reflejan el cambio social que provocó en varios países latinoamericanos el crecimiento demográfico de las urbes. Lo que en muchos casos era ejemplo de desarrollo, de riqueza, de expansión, de nuevas oportunidades, en otros no era sino reflejo de la pobreza, la densidad demográfica y las diferencias sociales.
Las ciudades que aparecen en esta exposición (Buenos Aires, México DF, São Paulo, que superaron con creces los cuatro millones de habitantes a partir de 1970 y que hoy son algunas de las ciudades más pobladas del planeta) fueron, durante los años 50, 60 y 70 del pasado siglo, urbes en constante transformación arquitectónica y urbanística, y para los fotógrafos, sus calles y grandes avenidas eran un material lleno de contrastes.
Uno de los fotógrafos que mejor supo retratar la ciudad latinoamericana fue Horacio Coppola. Nacido en Buenos Aires en 1906, a los 30 años recibió uno de los mayores encargos de su carrera: retratar la ciudad con motivo del 400 aniversario de su fundación. El encargo, directamente de la Municipalidad de la ciudad porteña, permitió a este joven fotógrafo, formado en la Bauhaus, descubrir una ciudad de grandes edificios, donde las luces de neón centelleaban en la avenida Corrientes, una de las más grandes del mundo por aquel entonces.
Agencia Magnum
Varios de los fotógrafos cuya obra se expone en esta muestra formaron parte de la prestigiosa agencia Magnum. Dos ejemplos son Sergio Larrain y Miguel Río Branco. El primero de ellos, nacido en 1931, se compró su primera cámara –una Leica– en Estados Unidos, donde estaba estudiando. A los 20 años, y gracias a un viaje familiar que duró ocho meses, tuvo la oportunidad de descubrir Europa y Oriente Medio y tomar gran cantidad de fotografías del Viejo Mundo. En 1959 conoció a Henri Cartier-Bresson quien, al descubrir su trabajo, le animó a entrar en la agencia Magnum. Colaborador asiduo de revistas como Paris Match, Camera y Photo, Larrain se hizo célebre por una imagen de dos niñas bajando las escaleras de puerto de Valparaíso, pero también de los niños pobres de Santiago de Chile y de las imágenes que tomó para el libro de Pablo Neruda Una casa en la arena (1966).
Miguel Río Branco (1946), hijo de un diplomático brasileño, estudió fotografía en el Instituto de Fotografía de Nueva York y más tarde cursó diseño industrial en Río de Janeiro. En 1972, realizó una serie sobre la prostitución en Salvador de Bahía que tuvo gran éxito, pero sintió que la fotografía no le permitía expresar todo lo que quería y, de vuelta a Río, empezó a desarrollar collages, proyecciones e instalaciones. Sus imágenes, a veces duras pero no exentas de poesía y de elementos conceptuales, tienen en el claroscuro un importante elemento a destacar. Son célebres sus imágenes de niños bailando capoeira en las calles.
Un recorrido por el siglo XX
La fotografía mexicana está ampliamente representada en la exposición; por ejemplo, en la obra de Nacho López (1923-1986). En línea con la ciudad bulliciosa de Coppola, este fotógrafo retrató la vida nocturna y los barrios populares de México DF. Uno de los fotógrafos más importantes del siglo XX mexicano, López es considerado uno de los primeros foto-reporteros de su país, y a él se deben algunas de las instantáneas más famosas de la capital mexicana, como por ejemplo su intervención La Venus se va de juerga (1953) en la que un hombre trasladó un maniquí de una fábrica a otra y el fotógrafo le siguió captando las reacciones de la gente de la calle.
También es mexicano Pablo Ortiz Monasterio, nacido en 1952 y autor de una de las series de fotografías que mejor retratan México D.F.: La última ciudad. Aunque las imágenes se publicaron en formato de libro en 1996, fueron realizadas en los años 80 por todos los rincones de la capital mexicana, en los que el fotógrafo retrata con maestría el pathos de una ciudad de marginales y parias, donde la contaminación carcome sus calles. Ortiz Monasterio retrata aquí un México en contradicción con la ciudad turística, pero no por ello no menos real.
Entre las mujeres presentes en la muestra se encuentra Graciela Iturbide, nacida en México en 1942 y alumna aventajada de Manuel Álvarez Bravo, uno de los grandes maestros de la fotografía mexicana. Las fotografías de Iturbide (galardonada, entre otros, con el Premio Eugène Smith y el Premio Hasselblad, concedido a fotógrafos como Cartier-Bresson y Robert Frank) se encuentran a medio camino entre el documental y la poesía: a pesar de retratar a menudo hechos trágicos acaecidos en su país y en otras zonas de Latinoamérica, siempre hay lugar para los sentimientos, para pequeños destellos de belleza. En su carrera abundan las series dedicadas a la vida cotidiana, los rituales tradicionales –el Carnaval, los ritos católicos mezclados con las fiestas indígenas–, pero también las fotografías oníricas, las imágenes en las que naturaleza y cultura se unen. En la exposición podrán verse algunas imágenes de la serie dedicada a Juchitán, un pueblo indígena de la provincia de Oaxaca, que Iturbide retrató en los años 80 del pasado siglo.
Otra de las mujeres presentes en la exposición de la Fundació Foto Colectania es la peruana Milagros de la Torre, nacida en 1965, cuya serie Los pasos perdidos (1996) evoca la violencia presente en Lima a través de las pruebas encontradas en los archivos del Palacio de Justicia de la ciudad. La obra de Milagros de la Torre explora la violencia y cuestiona la historia, a menudo censurada o voluntariamente olvidada, a través de una fotografía de fondo documental. Su trabajo más reciente es una referencia a los trajes antibala utilizados en América Latina, que retrata sobre un fondo neutro para remarcar su impacto.
La colección Anna Gamazo de Abelló
La exposición que presenta la Fundació Foto Colectania es sólo una aproximación a la colección que Anna Gamazo de Abelló inició en 2002 con la colaboración de Alexis Fabry, uno de los grandes expertos en fotografía latinoamericana, para quien es significativo que “tanto la fragmentación como la unidad del mundo latinoamericano” hayan sido recogidos por una coleccionista española, pues “España es el lugar de conjunción del mundo hispánico”.
A través de las 400 imágenes (desde 1895 hasta 2008) de esta colección privada, se observan las influencias que marcaron la obra de los distintos fotógrafos: desde el legado indio de México y Perú recogido en las instantáneas de Martín Chambi, hasta la herencia europea en las fotografías del venezolano Paolo Gasparini, pasando por el recuerdo modernista que José Yalenti retrata en São Paulo.
Barcelona. El peso de la ciudad. Fotografía latinoamericana en la colección Anna Gamazo de Abelló. Fundación Foto Colectania.
Hasta el 29 de mayo de 2010.