A lo largo de su historia, la superficie pictórica de las tablas ha sido sometida a sucesivas restauraciones que, al quedar superpuestas unas sobre otras, habían llegado a ocultar la concepción original de Durero y su refinada calidad técnica. Estas antiguas intervenciones habían afectado también a los soportes de las obras, especialmente al de Adán, que sufrió la aparición de grietas longitudinales en su superficie que causaron deformaciones y alabeos que producían sombras e irregularidades en la superficie pictórica distorsionando las formas presentadas por el autor. Por estas razones, el ingreso de las tablas en el taller del Prado hace ahora dos años resultaba imprescindible para restaurar los soportes y devolver el acabado esmaltado original, además de restablecer en las figuras los volúmenes, la profundidad y el colorido conseguidos por Durero.

Apoyo de la Getty Foundation

La intervención ha contado con la participación de un equipo de expertos internacionales, coordinados entre el Prado y la Getty Foundation de Los Ángeles, institución que ha financiado la restauración de los delicados soportes de las dos pinturas en los que se ha aplicado una ingeniosa solución técnica para su estabilización.

También hoy, el Prado ha formalizado un acuerdo de colaboración con la Fundación Iberdrola que se convierte en «miembro protector» de su Programa de Restauración, lo que permitirá el desarrollo de otras restauraciones tan relevantes como las de Adán y Eva, cuya instalación especial en sala se ha presentado como el primer proyecto patrocinado por la institución.

Montaje especial

El montaje expositivo de ambas obras se ha realizado en la galería central de la planta baja del Museo, donde se expondrán durante cuatro meses sobre una estructura especialmente diseñada para que pueda apreciarse tanto el anverso como el reverso de las dos tablas. El trabajo de restauración realizado sobre las mismas se explicará en profundidad en un sala anexa (sala 55b) a través de diversos paneles con textos e imágenes, incluidos ejemplos de reflectografías y radiografías de las obras, así como un vídeo que recoge imágenes de los momentos claves del proceso, con la correspondiente explicación de los trabajos realizados tanto sobre la capa pictórica como sobre los soportes.

La colaboración de la Getty Foundation en la restauración de los soportes de Adán y Eva se inscribe dentro de su proyecto denominado Panel Painting Initiative, merced al cual ha asumido la financiación de la restauración de ambos soportes, incluyendo la colaboración en la misma de George Bisacca, del Metropolitan Museum of Art de Nueva York, uno de los principales expertos mundiales en restauración de soportes.

Dos obras maestras

Alberto Durero realizó estas dos tablas al regreso de su segundo viaje a Italia en 1505 y ambas suponen un intento de sintetizar las enseñanzas recibidas, buscando un equilibrio entre italianismo y germanismo, a fin de alcanzar la perfección ideal del cuerpo humano, para lo que el asunto bíblico es un simple pretexto. Su conocimiento del desnudo clásico raya a una altura prodigiosa al tiempo que la exactitud del dibujo revela un pulso de grabador único, anclado en las tradiciones del Norte.

El creciente influjo italiano se percibe en la monumental grandiosidad de sus figuras, mientras que su germanismo se advierte claramente en el cromatismo, la precisión del detalle y el gusto naturalista de corte expresionista, avivado aún más por su genial espíritu de dibujante. Ambas tablas fueron un regalo de la reina Cristina de Suecia a Felipe IV.

 

Más de un cuarto de siglo ocultas por «indecentes»

A pesar de la indiscutible importancia de las dos pinturas que hoy se presentan con una notable recuperación de sus calidades y presidiendo una de las galerías principales del Museo, resulta curioso recordar que durante doscientos ochenta y tres años, desde su llegada a Madrid en 1655, ambas pinturas estuvieron confinadas en espacios vedados al acceso público –exceptuando la etapa del breve reinado de José Bonaparte– por su consideración como «desnudos».

Incluso el simple hecho de que se conserven en nuestros días podría considerarse casi milagroso si se tiene en cuenta que, en 1762, los prejuicios morales de Carlos III le llevaron a incluirlas en una lista con otros cuadros «indecentes» para su destrucción. La intervención de Mengs, entonces pintor del rey, consiguió salvarlas al convencer al monarca de que ambas pinturas «eran muy útiles para que por ellos estudiasen sus discípulos». Con este propósito didáctico, treinta años más tarde, en 1792, se llevaron a la Academia de San Fernando, donde permanecieron ocultas, pudiendo contemplarse únicamente sin restricciones durante el reinado de José Bonaparte (1809-1813), en el que fueron expuestas en la Sala de Juntas.

Curiosamente, la historia de la «ocultación» de estas obras no terminó con su ingreso en el Museo del Prado, en 1827, ya que se confinaron a la sala reservada destinada a las pinturas de desnudos hasta 1838, fecha en la que finalmente se integraron en el discurso expositivo.

 

 

Madrid. Exposición especial de los lienzos Adán y Eva de Durero. Museo del Prado. Sala 49.

Del 24 de noviembre de 2010 al 20 de marzo de 2011.