Más de siete millones de personas visitaron el pabellón durante los seis meses de Expo Shanghái 2010, cifra que superó en dos millones el objetivo planteado al principio de la muestra.

El Gobierno español solicitó al chino, años años antes de que se celebrara el encuentro internacional, que el «pabellón cesto» permaneciera en el país a su conclusión. Este edificio indultado acompañará al popular «Miguelín», un bebé de 6,5 metros de altura que se convirtió en uno de los símbolos de la muestra y que también fue donado por España al museo que albergará el legado de la Expo.

Por ahora, sólo los pabellones nacionales de Italia y España han asegurado su permanencia, aunque el comité organizador de la Expo 2010, que con 70 millones de asistentes fue la más visitada de la historia, negocia con los propietarios de los edificios de Rusia, Arabia Saudí y Francia. No obstante, pabellones que también fueron icónicos y recibieron un gran número de visitas, como el de Reino Unido (con forma de diente de león), el de Japón o el de Polonia han sido desmontados total o parcialmente.

El pabellón de España ofreció al visitante de la Expo una apariencia espectacular que combinaba las últimas tecnologías con la utilización –a una escala jamás usada– de un material tradicional, el mimbre, que recubre íntegramente su fachada. Ya antes de su terminación fue bautizado como el “cesto español” por los medios de comunicación chinos, aludiendo a sus formas orgánicas, un esqueleto de 25.000 metros de tubo de acero que soporta 8.524 grandes placas de mimbre.

El de España recibió del Buró Internacional de Exposiciones (BIE) el tercer premio en la categoría de diseño de pabellones, tras el oro de Reino Unido y la plata de Corea del Sur. España invirtió en su pabellón 56 millones de euros.