Esta visión conjunta de las facetas creativas del autor confirma una vez más que Lynch expresa su universo propio sirviéndose de muy distintas disciplinas. En consecuencia, considerarlo únicamente como director de cine, además de injusto, es insuficiente. Como se ha dicho, su figura como creador multidisciplinar lo acerca a la idea del artista del Renacimiento. Alguien que manifiesta una serie de conflictos y tensiones a través de diversas formas de expresión que se interconectan permanentemente.
En el catálogo de esta exposición, Antonella Montinaro apunta que las artes clásicas del Renacimiento –pintura, escultura, literatura– son interpretadas por Lynch a través de otros medios expresivos –música, cómic, diseño, internet, fotografía, arquitectura, pintura, grabado– «que se van contaminando mutuamente en torno a múltiples ideas –texturas, desdoblamiento de la memoria, anomalías ocultas, metamorfosis de la carne, el mito de Hollywood, el paisaje industrial, la reinvención del suspense– hasta alcanzar un todo armónico. Así ha delineado un universo personal que es tanto lo que muestra como, todavía en mayor medida, el gesto artístico y técnico para mostrarlo».
Hipnótica y alucinada
Al igual que ocurre en su obra cinematográfica, la obra plástica de Lynch resulta inquietantemente hipnótica y alucinada. Ambas exploran territorios similares y desconocidos en los que la infancia representa uno de los papeles protagonistas a través de la interpretación de las visiones que de pequeño tuvo. Como el propio autor ha confesado, desde siempre ha ocupado un lugar en su forma de enfrentarse a la vida, y por supuesto a su obra, el escepticismo y el componente imprevisible y extraño que a menudo subyacen tras las apariencias de los hechos y acontecimientos banales de todos los días.
Desde esa particular perspectiva, los motivos de sus películas y de sus cuadros a menudo coinciden reflejando cabezas e inquietantes animales, como arañas y pájaros desconocidos, piedras de volúmenes y formas poco comunes y extraños seres humanos en los que la deformidad, –distintas formas de deformidad que al tiempo atraen y repugnan–, cobra primer plano.
Sugerente talento
Una parte, no amplia pero significativa, de ese sugerente talento puede verse en la bien organizada muestra de La Coruña que tiene un complemento muy útil para el espectador en los textos que jalonan los distintos apartados.
Lynch hace buenas sus propias palabras: «Las ideas son como los peces. Si quieres pescar pececitos puedes permanecer en aguas poco profundas. Pero si quieres coger un gran pez dorado tienes que adentrarte en aguas más profundas. En las profundidades, los peces son más poderosos y puros. Son enormes y abstractos y muy bellos».
A través de su arte, sea cual sea el formato utilizado en cada momento, el autor lo demuestra. No elude riesgos, se adentra en el mundo misterioso de las profundidades y emerge algún tiempo después para dejarnos –una película, un collage, una banda sonora, un grabado, una foto, un cuadro…– un gran y luminoso pez dorado ante los ojos.
La Coruña. Action Reaction: El universo creativo de David Lynch. Sala Normal. Paseo de Ronda, 47.
Hasta el 31 de mayo de 2011.
Esta exposición se complementa con la proyección de las películas de Lynch Cabeza borradora (5 de mayo), El hombre elefante (19 de mayo), Terciopelo azul (26 de mayo), Carretera perdida (9 de junio), Mulholland drive (16 de junio) y el documental sobre su vida y obra Blackandwhite (23 de junio).
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