Nacido en Buenos Aires en 1942, Daniel Barenboim emigró a Israel con su familia en 1952. Debutó como pianista a los siete años en Buenos Aires y, desde entonces, ha tocado con las mejores orquestas, a las que también ha dirigido. Acaba de debutar como director musical del Teatro de La Scala de Milán con Don Giovanni de Mozart y actúa regularmente con las orquestas filarmónicas de Viena y Berlín.
Una vida dedicada a la música
«Nací en Argentina, mis abuelos eran judíos rusos, crecí en Israel, viví la mayor parte de mi vida adulta en Europa. Pienso en el idioma en el que tengo que hablar en cada momento. Me siento alemán cuando dirijo una obra de Beethoven, e italiano cuando dirijo Verdi (….). La experiencia de tocar estilos de música muy diferentes puede resultar notablemente esclarecedora», escribió Barenboim en su libro Mi vida en la música (1991, 2002). De éste y de otro libro suyo (El sonido es vida. El poder de la música, 2008) pueden extraerse otras frases, en las que el maestro afirma el poder moral de la música, y cómo ésta es un espejo de la vida.
«Escuchar música es diferente de leer un libro. Cuando leemos un libro desciframos un texto y creamos nuestras propias asociaciones. Solo tenemos que tomar en consideración al texto y a nosotros mismos. Cuando escuchamos una pieza de música en un concierto, es imposible repetir –releer, como si dijéramos– una frase o una sección que no hemos entendido del todo. (…) El oyente tiene que modificar su concentración –su propia conciencia, incluso– para recibir el material musical mientras se está interpretando. Escuchar es ir acompañado del pensamiento, del mismo modo que el sentimiento es emoción acompañada de pensamiento».
Entre Oriente y Occidente
Daniel Barenboim afirma que creció con las obras de Johann Sebastian Bach y, en especial, con El clave bien temperado: «La grandeza de Bach –dijo el maestro en una ocasión– es que era musicalmente un gran profeta. Su armonía anticipa a Beethoven y a Wagner».
Para Barenboim, «la fuerza de la música radica en su capacidad de hablar sobre todos los aspectos del ser humano –lo animal, lo emocional, lo intelectual y lo espiritual–. ¿Cuántas veces pensamos que nuestros problemas personales, sociales y políticos son independientes entre sí, que no se influyen mutuamente? La música nos enseña que (…) todo está relacionado».
En 1999, conjuntamente con el intelectual palestino Edward Said, Daniel Barenboim fundó el proyecto Taller y Orquesta West-Eastern Divan (Premio Príncipe de Asturias de la Concordia 2002). «La cultura –afirma– favorece el contacto y comprensión entre las personas. Esta es la razón por la que Edward Said y yo pusimos en marcha el proyecto Diván de Oriente y Occidente, con el fin de reunir a músicos de Israel, Palestina y demás países árabes para hacer música juntos y, finalmente –cuando nos dimos cuenta del interés que despertaba nuestra idea– de formar una orquesta. Tomamos el nombre de nuestro proyecto de una colección de poemas de Goethe (El Diván de Oriente y Occidente, 1819), que fue uno de los primeros europeos que mostró un interés genuino por otras culturas. (…) En la West-Eastern Divan, el lenguaje metafórico universal de la música constituye el vínculo que une a todos esos jóvenes: es un lenguaje de diálogo permanente. (…) El diálogo entre intelecto y emoción puede ayudar a moderar una posición religiosa excesivamente rígida».
Madrid. Autobiografía Intelectual. Daniel Barenboim. Fundación Juan March.
Jueves, 19 enero de 2012.
Salón de Actos. 21.00 h (a partir de las 20.30 h se proyectarán diversos vídeos relacionados con la actividad artística de Barenboim).
Entrada libre.
Audio disponible al finalizar el ciclo.