Pero también es consciente de que afrontan una tarea complicada debido a las características propias del coleccionismo español: «Siempre hay un cierto oscurantismo, pero todos creemos que es necesario regular, canalizar inquietudes comunes y buscar soluciones a una serie de necesidades. Eso solo lo puede hacer una asociación».
Su pasión por el arte le ha llevado a adquirir para su colección obras de algunos de los artistas internacionales más importantes (Nan Goldin, Jean Marc Bustamante, Hannan Coolins, Eva Lootz, Erwing Olaf, Victoria Diehl, etc.) y, por supuesto, españoles (Miquel Barceló, Jaume Plensa, Tàpies, Bores, Saura, Canogar, Feito…), pero alerta: «El coleccionismo es una afición, un vicio, una pasión… puede ser peligroso si interfiere en el ámbito empresarial». Además, no cree en un prototipo de coleccionista: «No tiene nada que ver el coleccionista de arte del siglo XVIII o XIX, arte moderno o incluso vanguardias con el que compra arte contemporáneo. Aunque puede haber nexos comunes, las inquietudes, los criterios y la cultura son diferentes».