Un trabajo que completa la apuesta del teatro madrileño por la cotidianidad, y que da valor a todo lo sencillo y llano que nos acaba convirtiendo en personas más grandes. Así nos lo cuenta Bart Santacana en esta entrevista.
¿Cómo ha sido el estreno?
Muy emocionante. Vinieron muchos amigos y lo típico de los estrenos… Se viven muchos nervios, pero fue muy bonito y creo que el público salió encantado. Es una función muy divertida, pero también muy emotiva porque habla de amistad.
¿Qué nos puede contar sobre el argumento de Cádiz?
En pocas palabras, va de tres amigos de toda la vida que, por distintas circunstancias, se van distanciando, pero que se quieren a pesar de…
Cádiz va del miedo a madurar, sobre todo en esa edad cercana a los 40. Mi personaje es el de Miguel, el más infantil de los tres, que tiene miedo a abandonar la casa de sus padres e independizarse.
¿Crees que hay estereotipos respecto a la amistad entre hombres?
No hay estereotipos. Si hablamos de amistad hablamos de amor. No se trata de géneros. Mi personaje es muy emocional, y los de Fran y de Nacho también lo son. Nacho es el más ‘chuleta’, motero, con dinero, chicas jóvenes y está luchando por madurar pero no hacerse mayor. El otro, el personaje de Eugenio, es el padre de familia, conservador, un poco más serio y cascarrabias, pero que también tiene miedo, en su caso a afrontar un gran cambio, una separación.
Pero Cádiz también habla de los secretos entre amigos y del miedo a aceptar las derrotas. La vida a veces no es fácil y hay que nadar a contracorriente.
¿Por qué ese título?
Es el recuerdo de un viaje de juventud que hicieron con veinte años, pero es Cádiz como podría ser Londres, o cualquier otro lugar que representa el recuerdo de unos años que ya no volverán. Y de eso va la obra. Ya no tenemos veinte años y no es tan fácil irte de vacaciones con los amigos. Hay mucha nostalgia.
¿Se identifica con esa nostalgia?
En cierto modo estoy viviendo también una catarsis… Tengo 39 años y mucho de Miguel, no es que sea tan infantil como él, pero la parte de niño sí que la tengo muy aceptada. Supongo que también porque soy actor y para mí actuar es jugar. Creo que la madurez no consiste en dejar de jugar y de ser niño sino enfrentar tus problemas de otra manera, y aceptar. Madurar tiene que ver más con la aceptación. Me identifico con la parte infantil de Miguel, aunque no tanto (él sigue viviendo con sus padres y yo me independicé con 19). Ha sido un viaje muy bonito… el personaje se muda, y yo acabo de hacerlo también. Una experiencia estresante pero muy bonita.
La obra está en cartel hasta finales de enero, ¿qué proyectos tiene en mente?
Sigo haciendo Burundanga, en principio los fines de semana, aunque ahora cambio los días porque tengo que estar aquí. Y acabo de grabar la serie Mercado Central… y con Cádiz y con ganas de hacer muchas cosas. Esta profesión tiene muchos altibajos.
¿Cómo ve la precariedad laboral de los actores?
Me siento afortunado porque he podido vivir de ésto desde que empecé. He tenido etapas de trabajar más en tele, otras más en teatro, y gracias a Dios voy sobreviviendo. Aunque es verdad que con el teatro se gana mucho menos y Madrid es muy caro, cada vez más caro…
¿Teatro o televisión?
Amo la conexión directa con el público, la energía que se crea, el viaje emocional y los miedos que pasas. Al final es una exposición y, a pesar de que ayer estaba atacado y me preguntaba ‘pero por qué me dedico a esto’, ‘¿por qué este sufrimiento?’, luego te metes en la historia, conectas con la gente y ves que hay algo que es de verdad.
La tele también es muy bonita, pero tiene algo más de artificio, el teatro tiene una energía muy potente que me encanta, también como espectador. De momento me quedo con el teatro.
Cádiz
Teatro Lara
Hasta el 26 de enero de 2020
Dirección: Gabriel Olivares
Intérpretes: Fran Nortes, Bart Santacana y Nacho López