La escuela dirigida por Navarro asienta sus bases en las enseñanzas del francés Jacques Lecoq, uno de los mayores referentes del teatro del gesto, con el que tuvo el privilegio de estudiar personalmente. La pedagogía de Lecoq parte del movimiento como potenciador de la creatividad: un teatro físico donde el cuerpo siempre está comprometido y consciente de sí mismo.
Recuperando la técnica del maestro francés y trasladándola a Madrid, Mar Navarro creaba en 1996 la escuela que lleva su nombre junto con Andrés Hernández, que desarrollaría el trabajo vocal escénico (siguiendo las enseñanzas de Roy-Hart), otro de los pilares de la escuela.
La máscara neutra
Para desenterrar las raíces del juego teatral, Lecoq apostó por el análisis de los movimientos de la vida y por la improvisación. La actuación aparece después, pero antes debe haber un extrañamiento que parta del absoluto silencio: «Comenzamos por el silencio porque la palabra olvida las raíces de las que nació, y es deseable que los alumnos se recoloquen en una situación de ingenuidad primaria, de inocencia y de curiosidad. En todas las relaciones humanas aparecen dos grandes zonas silenciosas: Antes y después de la palabra».
Después de haber experimentado en el terreno del teatro físico, Lecoq se interesó por la Commedia dell’Arte italiana, lo que añadió a sus propuestas todo un caudal de ideas relacionadas con el mimo y las máscaras. Uno de los puntos centrales de su pedagogía es la “máscara neutra”, por la que se trata de buscar para el cuerpo un punto de partida liberado de las restricciones del rostro y de los presupuestos del yo: “La máscara neutra es un objeto especial. Es un rostro llamado ‘neutro’, en equilibrio (…) debe servir para sentir el estado de neutralidad previo a la acción, un estado de receptividad a lo que nos rodea, sin conflicto interno (…) cuando el alumno haya sentido ese estado neutro inicial, su cuerpo estará disponible, como una página en blanco en la que podrá imprimirse la escritura del drama”.
Otro de los principios del maestro francés que hereda la compañía es la atención a los lenguajes del gesto, como la pantomima, una técnica que nació con la prohibición del habla en el teatro de feria francés –evitando así la competencia a la oficial Comédie Française– que buscaba reemplazar a la palabra potenciando la expresión facial o dibujando objetos e imágenes en el espacio.
Crítica a escena
La compañía Teatro por encargo, nuevo nombre que adquiere Teatro de las Voces Imaginarias al independizarse de la escuela Mar Navarro, lleva así los pilares de ésta a escena con propuestas en las que se mezclan sketches humorísticos sobre temas de actualidad con cabaret y otros números musicales, partiendo siempre de una mirada crítica y conectada con la realidad: escenas que reflejaban con humor amargo el drama de los desahucios o del desempleo juvenil, representadas por actores que, como nos comenta Diana Talavera, actriz fundadora de la compañía, “se convierten en bufones o extraterrestres que imitan a los seres humanos para poner sus actos en evidencia”.
Con este teatro orgánico, que explora las posibilidades de la materia no verbal recuperando las enseñanzas de Jacques Lecoq y modernizando los parámetros de la Commedia dell’Arte, se abre paso la compañía Teatro por encargo, cuya próxima representación tendrá lugar en las calles de Cuenca dentro de pocos días, en el contexto de la Bienal Internacional de Teatro de Actor de 2014.