Pero el término inmortalidad no sólo se aplica a aquellos que no mueren, sino a los que consiguen influir en la vida de los demás una vez que se han ido. El sueño terminó, sin embargo, el 15 de septiembre de 2008, cuando Lehman Brothers, –uno de los cuatro bancos más poderosos de Estados Unidos–, anunció su bancarrota, la mayor quiebra en la historia del país y que dio el pistoletazo de salida a una crisis financiera mundial de la que todavía no nos hemos recuperado.
Pero el inicio de esta historia se remonta 163 años atrás, cuando el primero de los tres hermanos, Henry, llega al puerto de Nueva York acompañado solamente de una maleta de sueños bajo ese mantra: “Bienvenido a América”. Hijo de un comerciante de ganado y judío circuncidado había llegado a la tierra de las oportunidades desde Baviera.
A partir de ahí, esta obra de teatro, –química perfecta entre teatro, musical, clase de historia acelerada–, basada en el trabajo original de Stefano Massini y adaptada en España por Sergio Peris-Mencheta, va surcando las distintas etapas históricas de Estados Unidos (y del mundo). La Guerra de Secesión, las dos guerras mundiales, el crack del 29, encontrando en cada era una nueva forma de hacer dinero. Una nueva manera de hacerse inmortal.
Hablamos del negocio del algodón en Montgomery (Alabama), el del café, tabaco, ferrocarril y la automoción, petróleo, el entretenimiento y filantropía, en resumen, una historia que cuenta cómo tres generaciones de esta familia judía aprendieron el arte de fabricar “dinero, puto dinero”.
“Despertemos la envidia de esa otra parte del planeta que, bajo la hoz y el martillo, no puede comprar”. “Hagamos que la gente deje de comprar por necesidad y lo haga por instinto”. “Inventémosnos una guerra. ¿Corea? Bueno, que sea Vietnam”. “Siempre el signo más delante del índice Dow Jones”.
Lehman Trilogy, que se presentó el pasado mes de agosto en los Teatros del Canal y estuvo un mes en cartel, tuvo una nueva (y única) representación en la comunidad el pasado sábado, esta vez en el Teatro Municipal de Coslada. El espectáculo –que cuenta con tres actos y dura más de tres horas con dos descansos incluidos– se ha convertido en una de los más aclamados en los teatros madrileños de los últimos años.
Y no han inventado la rueda. Sólo el arte de contar lo que pasó y cómo pasó. No es común la visión única y el imperio que construyeron estos tres hermanos que crearon la idea del “I have a dream” que dio lugar a una forma de capitalismo que hoy sigue rigiendo los destinos del mundo.
Nos venden ‘aire frito’, se rindió una de sus espectadoras. Más bien diría que los Lehman envolvieron para regalo la idea clásica de cómo hacer “dinero, puto dinero” sin que la humanidad apenas se diera cuenta de que estaba formando parte de un sistema en el que el hombre de a pie es una marioneta que vive en un espejismo de felicidad.
Me quedo, de todo, con esta reflexión también sacada de este impecable texto dramático: “Envejecer es vivir en otro mundo en el que las normas de tu país de origen ya no son válidas”. Y vivir, en definitiva, no es más que perseguir ese sueño intangible de luchar por ser feliz (un clásico) pero, sobre todo, de tratar alargarlo hasta hacerte inmortal.