La obra parte de un incidente entre dos vecinos que se cruzan en la escalera. El primero le dice al otro, “buenos días, ¿me reconoce? Soy el vecino de abajo. Es usted judío, lo he visto en Internet”. El curioso vive en el piso de abajo y es poco leído, sin embargo el de arriba es un intelectual. A pesar de que ambos pertenecen a mundos distintos se produce un diálogo y el más leído tiene la gentileza de explicarle cosas sobre su herencia hebraica y darle réplica. La función “es una parábola que viene a decir que la ignorancia es siempre el punto de partida de algún tipo de odio de lo que no se conoce o de lo que se conoce a través de tópicos”, explica Flotats.
Yendo a los tópicos, la mayoría de ellos creados bajo la ignorancia, el judío es el tacaño. Para la inquisición este era el mal. “La obra trata sobre el derecho y el respeto a la diferencia. Sobre convivir con personas que no comparten tus horizontes pese a estar en el mismo territorio. Unos van a misa y otros no”, explica el director. Sobre todo, la función cuenta la historia del propio Grumberg, quien cuando era pequeño vivió cómo los alemanes se llevaban a su padre y a su abuelo a un campo de concentración. Un viaje del que nunca regresaron.
Este hecho marcó su dramaturgia, empeñado en explorar en sus textos la ‘cuestión judía’, siempre desde la perspectiva del humor. “Grumberg es un autor muy conocido en Francia. Allí tiene más de siete u ocho premios Molière (el equivalente aquí al Premio Nacional de Teatro), pero sus obras no se habían representado nunca en España. Soy amigo de él desde hace muchos años, así pues, que no se hayan representado aquí sus obras en parte es culpa mía”, sostiene el actor y director catalán.
Grumberg es el único dramaturgo vivo que se estudia en los colegios de Francia. Sin embargo, aquí su nombre a la mayoría les ‘suena a chino’. “En España no lo conoce nadie y en Francia sin embargo se conoce mucho. Hay partes en su texto que hace alusiones a su vida y que el espectador patrio no tiene por qué comprender”. Por ese motivo, Flotats añadió al texto algunas líneas de su cosecha, “para poner en contexto al espectador e informar más de quién es y de qué va la obra”.
“En España, el tema judío es algo que parece de la antigua Roma o de las procesiones de Semana Santa, no está tan presente como en la sociedad francesa. El otro día leía que en los genes íberos de los habitantes de la península hay más de un 20% hebraico y solo un 16% de origen árabe. En la escuela se habla más de la cultura mozárabe, la arquitectura, la medicina y nunca de la herencia cultural hebrea, que fue importantísima”, es por eso que Flotats con esta obra reivindica un mayor conocimiento de la historia judía de nuestro país.
“En Francia, la obra se estrenó con el título original Para acabar con la cuestión judía y un subtítulo que decía Serlo o no. A raíz de los atentados de París se intercambiaron, no por miedo, sino por inteligencia. Para evitar que algún descerebrado lo leyera y empezara a poner cruces gamadas y dijera que hay que matarlos o todos. En España, donde la sensibilidad es menor, Grumberg me dijo que pusiera lo que quisiera”, afirma Flotats.