«Son días tristes para la cultura, en especial para los miembros de esta Fundación. Como institución y como equipo nos sumamos al dolor por esta gran pérdida del que fuera y seguirá siendo el alma de este espacio cultural tan importante para Cuenca. Esta entidad se siente enormemente agradecida por haber contado con el conocimiento y la inteligencia de una persona que nos ha demostrado, con su labor y su entrega, el valor del arte y la cultura. Antonio tuvo la suerte de convertir su pasión por el arte en su trabajo, y de contagiar esta pasión a sus compañeros y amigos».
La Fundación, junto a la Diputación Provincial de Cuenca, están preparando un acto para rendirle homenaje y para agradecer lo que su figura ha supuesto para la ciudad, la provincia, la región y para el mundo del arte contemporáneo.
Lo que comenzó en los bolsillos de un pantalón de pana, como siempre contó Antonio Pérez (Sigüenza, Guadalajara, 1934), se convirtió en uno de los museos más importantes de arte contemporáneo de nuestro país; pero, sobre todo, en un proyecto común, en una gran familia, gracias a la unión de Pérez con cada uno de los creadores representados en el museo.
Hombre de principios y de reconocida bonhomía, la labor que desarrolló durante toda su vida como coleccionista y editor ha sido bien conocida tras la inauguración, en 1998, de la Fundación que lleva su nombre y a la que donó su colección. En ese momento se empezó a difundir otra de sus facetas, que hasta entonces había sido relegada a un segundo plano: la artística.
Pérez no quiso descansar en su Fundación, sino que trabajó hasta que sus fuerzas se lo permitieron para engrandecerla, atrayendo donaciones, colaboraciones y proyectos integradores en el campo de la edición, la pintura, la escultura y la fotografía, pues para él ninguna materia artística podía desligarse del genio creador de su autor, en todas sus posibles manifestaciones. Llegó por primera vez a la ciudad de Cuenca a finales de la década de 1950. En este primer viaje conoció a Manolo Millares y a Antonio Saura, con quienes mantuvo una gran amistad y gracias a los cuales comenzó su colección.
Cuenca, en aquellos años, era una ciudad que vivía la cultura y el arte de forma muy intensa, y veía aparecer por sus calles a poetas, artistas plásticos, cineastas, etc., llegados gracias a Gustavo Torner, quien tuvo el empeño de traer a uno de los artistas más relevantes del momento, que finalmente la cambiaría para siempre: Fernando Zóbel. Con él empezó todo, ya que fue el responsable de poner la primera piedra, el primer eslabón: el Museo de Arte Abstracto Español. Tras este hito se generó una estela cultural sin precedentes en España.
Hoy la Fundación Antonio Pérez (FAP) reparte su colección en cuatro magníficos museos, tres en la provincia de Cuenca (además de en la ciudad -sede central-, en Huete -fotografía- y en San Clemente -obra gráfica-) y uno en Sigüenza, su ciudad natal. Bajo su liderazgo, impulso y capacidad de diálogo y encuentro, se ha convertido en un exponente único del encuentro entre la sociedad y el arte, entre el espacio y la imaginación.
Desde hoyesarte.com queremos transmitir nuestro cariño a su familia y a su legión de amigos repartidos por todo el mundo. Su ejemplo, sin duda, nos seguirá guiando a todos.