Ouka Leele [1] comenzó su idilio con el arte desde muy joven, encontrando la inspiración en el mundo de los sueños. Es dentro de esos paisajes oníricos donde descubre escenas increíbles que traslada a la realidad y materializa en su obra a través de escritos, fotografías, dibujos y pinturas. La teatralidad que proponen sus imágenes, el reto de despertar una o varias fantasías dentro de cada composición, es una de las señas de identidad que acompaña a su obra.
Una grave enfermedad en la adolescencia le enfrentó de manera crucial con la muerte. La superación de aquel trance generó en su espíritu un intenso amor por la vida que se intuye en casi toda su obra. Considerada una de las artistas más singulares y reconocibles de la movida madrileña, y una de las fotógrafas más importantes y transgresoras de nuestro país, su seudónimo lo tomó prestado a partir de los años 80 (aunque por entonces con una única «e») de una constelación de estrellas inventada por su compañero de fatigas El Hortelano, que lo creó para su cómic Europa Requiem (1978). Solo las insólitas circunstancias de aquella época desenvuelta pueden explicar la frescura y el riesgo de una jovencísima creadora que se atrevió a experimentar con un lenguaje propio.
En 1976 publicó sus primeras fotografías en blanco y negro, que se recogieron en el libro Principio (1976). Dos años más tarde comenzó su intensa actividad expositiva en los 9èmes Rencontres Internationales de la Photographie (1978), en Arles, Francia. En 1979 realizó la serie artística Peluquería, en la que fusionó pintura y fotografía para crear su propio sistema de comunicación, aplicando acuarela a imágenes en blanco y negro. Esta serie se estrenó ese mismo año en la Galería Espectrum-Cannon de Barcelona. Desde entonces su obra se expuso en innumerables exposiciones por todo el mundo.
En 2005 fue galardonada con el Premio Nacional de Fotografía.
Contundencia
El trabajo de Ouka Leele se distingue por la contundencia plástica y por la evocación poética de sus imágenes. También por reflejar ante el espectador una determinada forma de ver, entender y posicionarse frente la vida. Desde la libertad, la cultura, el conocimiento y el compromiso, sus retratos, intervenciones, puestas en escena, interiores, retratos de grupo, autorretratos, bodegones y paisajes aparecen representados con una indiscutible intencionalidad artística y en permanente diálogo con la historia del arte y con las demás manifestaciones culturales: teatro, danza, música y cine. La artista interpreta e interviene en su mundo, en la sociedad que le rodea, para entenderlo mejor y para conocerse mejor a sí misma. Explorarse y explorar la vida sin barreras ni prejuicios.