Esta colección ha llegado a los fondos de la pinacoteca asturiana a través de dos vías: las adquisiciones y, por supuesto, las donaciones, que no sólo han incrementado el número de obras del artista, sino que han ampliado la presencia de su mundo personal, sin el cual es imposible entender su poética, y que está conformado por libros, postales, objetos personales, mobiliario intervenido por el propio pintor, apuntes, documentos, documentación personal y familiar, etc.
A este respecto, esta nueva cesión incorpora no sólo nuevos óleos, gouaches, bocetos y collages sino todo un conjunto de objetos personales, cerámicas, separadores de libros, tablas, metales, objetos naturales, tallas y libros manipulados e intervenidos por el artista. Junto a ellos se incluyen varias de las colecciones atesoradas por Suárez a lo largo de su vida (monedas, sellos, láminas, etc.), libros de su biblioteca (algunos dedicados o regalados, otros que hablan sobre él) así como una serie de objetos de gran valor sentimental, propiedad de su mujer María Teresa Pomeda Ordóñez, y otros pertenecientes al creador gijonés y a su hijo Gonzalo.
La donación se completa con varios muebles diseñados e intervenidos por Suárez en la década de 1970, documentos personales, así como más de setecientas fotografías. Finalmente se cierra con varios dibujos de Pablo Maojo para la exposición Geologismo y Equis más uno, así como varios manuscritos de Miguel Mingote sobre Suárez, entre otros documentos.
Creador singular
Creador de un mundo personal a mitad de camino entre el surrealismo, la metafísica y la propia componente aureliense, Suárez es, sin duda, uno de los creadores más singulares y queridos por el público de arte contemporáneo asturiano.
La tres donaciones realizadas por su hijo conforman una auténtica enciclopedia de la creación y mundo aurelianos. Así pues, este nuevo conjunto completa lo ya cedido, entre lo que se encuentra la biblioteca completa del pintor, otros libros coleccionados por su hijo, prensa y catálogos antiguos, su fondo de exlibris (con más de cien ejemplares), sus útiles de trabajo, su colección de postales (con más de 44.000), cerámicas, mobiliario, así como otro objetos y enseres.
El universo aureliano ocupa un lugar destacado en el discurso permanente del museo regional al protagonizar monográficamente la sala 21 del Edificio Ampliación.