Comencemos con un viaje histórico a finales del siglo XV, cuando en Italia, la Banca Monte dei Paschi di Siena, comisionó a artistas para que pintaran obras para sus oficinas, lo que podríamos llamar los pinitos del branding art, cuando el arte y el financiamiento se entrelazaron por primera vez, dando lugar a la que es considerada como la primera colección de arte corporativo.

Esta institución no solo acumuló riqueza monetaria, sino también otra cultural invaluable, reflejando así su prestigio y su enraizamiento en el patrimonio histórico y artístico, que sigue vigente hoy día con su muy bien conservada colección. En siglos anteriores, esta colección no estaba abierta al público, pero con la evolución del mercado del arte y de la responsabilidad corporativa, la Banca entendió que su acervo era un tesoro que debía compartirse con la sociedad y, así, decidieron abrirla al público.

Siguiendo el curso de la historia nos encontramos con la figura de David Rockefeller. Bajo la premisa de que «el arte enaltece la experiencia de trabajar y hacer negocios con su empresa», en 1959 inició el programa Arte en el Trabajo en el Chase Manhattan Bank, que justamente consistía en invitar a diversos artistas a crear obras para sus espacios corporativos. Sin saberlo, poco a poco fue gestando una legendaria colección, hoy denominada JPMorgan Chase Art Collection, que no solo era un símbolo de estatus y sofisticación, sino también una herramienta de influencia cultural y un testimonio de la importancia del arte en la esfera pública y corporativa. Su legado demuestra que el arte puede funcionar como un canal de comunicación más allá de las palabras, donde las obras seleccionadas promueven el diálogo y la reflexión.

Está claro que Rockefeller abrió el camino al valorizar el arte en el mundo corporativo, hasta el punto de que, en la actualidad, casi la mitad de las empresas de la lista Fortune 500 de Estados Unidos coleccionan activamente arte.

En nuestros días, las corporaciones continúan esta tradición, utilizando el arte como un medio para reforzar su identidad y estrategia corporativa. La Colección BBVA iniciada por el grupo financiero en España, hoy cuenta con más de nueve mil obras de disciplinas como la pintura, el dibujo, la obra gráfica, la escultura, las artes decorativas o la numismática, las cuales han sido admiradas por cientos de miles de personas gracias a las exposiciones que su Fundación organiza en España y en muchos países de América.

En el caso de México, la colección del BBVA congrega a 167 talentosos artistas mexicanos y extranjeros residentes en México, autores de las 371 piezas de este fondo artístico que ilustra y pone de relieve la extraordinaria diversidad de caminos abordados por los artistas plásticos en la segunda mitad del siglo XX, entre los que están Diego Rivera, Leonora Carrington, Manuel Felguérez, Mathías Goeritz o Pedro Coronel.

Del mundo financiero al mundo de la moda, la Fundación Louis Vuitton lleva esto un paso más allá, fusionando el arte contemporáneo con la innovación, reflejando así la esencia de esta marca de lujo. Su colección se enmarca en cuatro categorías: contemplación, pop, expresionismo y música & sonido, con 330 obras de 120 artistas de todo el mundo, que se custodian en el edificio parisino de la Fundación, en sí mismo una obra maestra de la arquitectura contemporánea.

En el caso de México, las Colecciones Jumex y FEMSA ilustran cómo el arte se convierte en una extensión de la filantropía corporativa. Estas colecciones actúan como catalizadoras del desarrollo cultural, fomentando la educación y apreciación del arte contemporáneo. No solo exhiben obras, sino que también organizan talleres, conferencias y programas educativos, reafirmando su compromiso con el desarrollo integral de la sociedad.

El origen de la Colección Jumex es fruto de la pasión del empresario Eugenio López, pionero en el coleccionismo de arte contemporáneo en México, quien estableció formalmente su colección en 2001, cuando se exhibió por primera vez en la Galería Jumex, creando así una de las principales colecciones de arte contemporáneo en América Latina, que hoy cuenta con más de tres mil obras de artistas como Gabriel Orozco, Carlos Amorales, Olafur Eliasson o Tacita Dean.

Doce años después, en 2013, abrió sus puertas el Museo Jumex de la Ciudad de México, diseñado por David Chipperfield, en la que fue su primera obra en América Latina. Este espacio dedicado al arte contemporáneo fue creado para promover la producción, discusión y conocimiento del arte, generando modos innovadores de fomentar el arte y la cultura. Además, la Fundación se dedica a apoyar la producción artística a través de proyectos independientes y becas.

Por último, la Colección FEMSA, pionera en México, se originó en 1977 como parte del compromiso de la compañía con el desarrollo integral de sus trabajadores, sus familias y las comunidades donde opera. Desde su creación, esta colección ha sido reconocida como una de las más importantes de América Latina, contando con más de mil obras que abarcan pintura, escultura, dibujo, gráfica, fotografía e instalación. Su enfoque está en el arte moderno y contemporáneo de América Latina, con especial énfasis en el mexicano​.

Pero su propósito no se limita a atesorar obras, sino también a la promoción del interés por el arte en la sociedad. Esto se logra a través de un activo programa de exposiciones itinerantes que permite compartir la colección con diversas comunidades tanto en México como en el extranjero.

Estas colecciones de arte no son estáticas. Se redefinen y evolucionan constantemente, adaptándose a nuevos contextos y reflejando los cambios en el mundo corporativo y en la sociedad en general. Cada nueva obra adquirida, cada exposición organizada, cada interacción con el público, redefine lo que significa ser una colección de arte corporativo en el siglo XXI.

De esta forma, crear una colección, se convierte en un ejercicio de carácter estratégico, como toda decisión y acción empresarial. Requiere tiempo, planeación y una adecuada ejecución. Sin duda una colección bien estructurada refleja la esencia y valores de una empresa, así como también su mirada al futuro, a la vez que hace tangible un compromiso social muy positivo.