Nunca nos faltó el arte. Pero sí el escalofrío del encuentro directo. Ese reencuentro que ahora dibuja nuevos horizontes cuando las salas vuelven a abrirse a los pasos conmovidos de sus visitantes.
El arte retoma el diálogo con quien acude a admirar. La luz recobra su esencia y los ojos, apagados durante este tiempo de confinamiento y oscuridad, a brillar deslumbrados.
Museos. Reencuentro. Arte. Vida. Emoción.