Biarnés fue la mujer que supo colarse en el avión y en el hotel de los Beatles para conseguir una exclusiva histórica y cuya cámara retrató a los grandes personajes que marcaron la historia de las décadas de 1960 y 1970: Kennedy, Louis Armstrong, Marisol, Yul Brynner, Dalí, Jack Lemmon, Orson Wells o Polanski, entre otros muchos.
«Mis inicios fueron muy duros por ser una mujer entre tantos hombres. Pero tengo que decir que todos mis compañeros respetaron siempre mi sitio y mi trabajo. Con lo que siempre tropecé fue con el sistema y la política que había, que decía que las mujeres tenían que estar en su casa sirviendo a su marido», recordaba en 2016 durante la presentación de una exposición en Madrid.
Mundo de hombres
Poco a poco se fue ‘inmiscuyendo’ en un mundo de hombres en el que consiguió realizar unas imágenes que destilan proximidad y sinceridad, sin artificios: «La primera vez que salí a un campo de fútbol todo el público comenzó a gritar ‘¡Guarra! ¡Vete a fregar platos!’. El árbitro fue el primero que se dirigió a mí y me dijo que me tenía que ir, que ese era un lugar reservado para hombres. Yo le dije que no me mirara como una mujer sino como un reportero. Aquella batalla la gané. Esta fue una de las pruebas que he superado en mi vida y me enseñó que el mundo es para los valientes».
Durante toda su trayectoria mantuvo firmes dos compromisos, el primero de ellos fue con su padre, también fotorreportero, que quería que siguiera sus pasos; pero también se mantuvo unida a la fotografía. Fue una profesional persistente en conseguir la foto, la imagen que sobresalía y debía explicarlo todo, como siempre le aconsejaba su padre.
Biarnés se retiró de la fotografía en 1985 para dedicarse a su otra pasión, la cocina, y montar un restaurante, pero no se desligó nunca de la fotografía.