En los años cincuenta, en el panorama fotográfico nacional imperaba una fotografía documental tradicional que pretendía reflejar la realidad de una forma objetiva y clara. El pictorialismo propugnado por la Real Sociedad Fotográfica de Madrid –una de las escasas asociaciones junto a la Agrupación Fotográfica de Cataluña– y la revista Arte fotográfico, por entonces una de las más importantes publicaciones sobre el medio, constituía el polo más artístico de la época. No es de extrañar, por tanto, que la inquietud causada por el deseo de una mayor libertad creativa y una implicación directa del fotógrafo en su entorno surgiera con considerable fuerza. Mientras, en Europa fue formándose una corriente documental de enfoque personal que, tomando como ejemplos pioneros a Robert Frank o William Klein, emergió en Alemania con Otto Steinart y el grupo Fotoform, extendido a otros países como Francia con el Club 30 por 40, Italia con La Bussola, y en España, concretamente en Almería, con Afal.
La revista que dio nombre al grupo fue su origen y punto de partida: se propuso promover en España los movimientos más novedosos del momento, dando cabida a una fotografía de corte humanista que destacaba por su poder de expresión y comunicación. Constituyó un medio de intercambio estilístico entre artistas nacionales e internacionales –a los que dedicaba reportajes monográficos o con los que contaba para la ilustración de sus artículos–, permitiendo a los autores españoles conocer las innovadores corrientes desarrolladas en otros países, a la vez que favorecía su incursión en el extranjero con exposiciones a nivel mundial. Pero no se limitó a la fotografía. Se extendió al cine, el cual con el tiempo ganaría un gran protagonismo acaparando la mayoría de sus portadas. Y si su foco se mantuvo fijo en Almería, sus límites se ampliaron a otros puntos de España e incluso contó con la participación y la colaboración directa desde otros países.
Joan Colom, Gabriel Cualladó, Francisco Gómez, Ramón Masats, Alberto Schommer, Oriol Maspons, Francesc Catalá Roca, Gerardo Vielba, Xavier Miserachs, Leopoldo Pomés o Ramón Bargués son algunos de los nombres que se vincularon al fenómeno Afal, sin que en ellos pueda definirse un estilo común. La uniformidad de las corrientes estilísticas tradicionales pasó a convertirse con el enfoque subjetivo que les unía en un individualismo basado en sus propios rasgos temáticos, formales, conceptuales… manteniendo siempre, no obstante, la visión humanista que hacía partícipe y protagonista al propio autor en sus fotografías.
Con Humanismo y subjetividad en la fotografía española de los años 50 y 60. El caso Afal, el Reina Sofía rinde homenaje a este grupo, cuya plataforma de promoción, la revista, cobró vida hace sesenta años –en activo entre 1956 y 1963– y para ello ha contado como comisaria con Laura Terré Alonso, hija del miembro de Afal Ricard Terré. En ella se reúnen piezas de numerosos fotógrafos que quedan contextualizadas en relación a todo el proceso que constituyó Afal, ya que se incluyen números de la revista, sus maquetas o la correspondencia entre editores y fotógrafos, entre otros documentos –procedentes de la donación de Pérez Siquier– que ayudan a definir Afal no como un estilo o una corriente, sino como todo un fenómeno.
Una exposición que va más allá de la fotografía para hablar de todo un proceso transversal en el que artistas noveles o experimentados, expertos o aficionados, españoles o extranjeros encontraron cabida en un proyecto de enorme fuerza y, si bien su recorrido vital duró tan solo siete años, marcó un hito en la historia de la fotografía española.
- La exposición Humanismo y subjetividad en la fotografía española de los años 50 y 60. El caso Afal se muestra hasta el 7 noviembre en la 4ª planta del Edificio Sabatini.