Chamorro comenzó este proyecto en 1974 y lo planteó como una reflexión sobre los distintos aspectos de las liturgias y manifestaciones cristianas de la península, así como sobre la presencia de la cruz en nuestro paisaje social. El autor dio por finalizado su proyecto al celebrarse el Jubileo del año 2000.
Fruto de un convenio con Oihane Chamorro, hija y heredera del artista, la muestra, comisariada por Clemente Bernad, se organiza siguiendo las estaciones del Vía Crucis. Un total de 104 imágenes la componen, seleccionadas de entre el rico archivo del fotógrafo, además de un retrato realizado por José Antonio Tejero Lanzarote.
El Santo Christo Ibérico se complementa con 15 cruces pertenecientes al fondo patrimonial del Gobierno de Navarra, tanto de las colecciones del Museo Etnológico “Julio Caro Baroja” como del propio Museo.
En el contexto de esta muestra, y de su reapertura, se presenta ahora un ciclo audiovisual de conferencias en torno a la obra de Chamorro en el que participan cuatro grandes expertos, Carlos Cánovas, Margarita Ledo Andión, Rafael Doctor Roncero y Christian Caujolle.
Además, con ocasión de la exposición se ha publicado un catálogo, verdadero manual de referencia sobre Chamorro editado por La Fábrica y el Gobierno de Navarra, que incluye toda la obra expuesta, así como textos del comisario de la exposición, de Margarita Ledo y de Christian Caujolle.
También se puede profundizar en la vida y obra del fotógrafo navarro a través de los seis capítulos de Totum revolutum, el documental de Clemente Bernad y Carolina Martínez en el que más de 70 personas describen su relación con Chamorro.
– Pese a la incertidumbre actual, está previsto que la muestra pueda viajar a Madrid para ser expuesta en el Museo Lázaro Galdiano en el marco de PhotoESPAÑA 2020.
35 años
Koldo Chamorro trabajó como fotógrafo durante más de treinta y cinco años en los que se embarcó en múltiples proyectos acerca de las estructuras sociales, la religión, las fiestas, los toros, el cuerpo o el sexo, casi siempre en forma de series o “ensayos fotográficos” elaborados a largo plazo.
El fotógrafo entendió en los últimos años del franquismo -como otros fotógrafos de su generación- que había ciertas manifestaciones religiosas y fiestas populares españolas que se encontraban en trance de desaparición.
Sin embargo, no trató de preservar fotográficamente ese patrimonio supuestamente moribundo, sino que quiso elaborar un profundo análisis social que mostrase las contradicciones de un país lastrado por el atraso y el oscurantismo, pero que al tiempo se veía arrastrado hacia la modernidad.
Las fotografías de Chamorro no se agotan en una primera visión. Interpelan, desestabilizan y conducen por laberintos donde cualquier camino es posible.