La Fundación Sandretto se integra así en la constelación de instituciones, municipales y de carácter privado, que han ido sumándose al proyecto de Matadero Madrid a lo largo de su breve historia y que han contribuido de manera fundamental a la consolidación de Matadero, diez años después de su apertura en 2007, como uno de los grandes exponentes de una nueva generación de centros culturales y de creación, y en una institución cultural de primer orden tanto en Madrid como en España.
Gracias al acuerdo, la Nave 9 de Matadero Madrid expondrá en rotación 100 obras procedentes de la Colección Sandretto Re Rebaudengo, que las ha cedido en comodato de uso a la Fundación madrileña, y que constituyen la parte central del proyecto en la capital. Asimismo, la Fundación Sandretto Madrid promoverá exposiciones temporales, talleres y conferencias y desarrollará, como ya hace con su sede en Turín, un completo programa pedagógico que acerca el arte contemporáneo a escuelas, universidades y otros públicos específicos.
“Madrid es una gran capital europea y un puente con América Latina, un continente cada día más importante en el mundo del arte contemporáneo. Desde el primer vistazo, me enamoré de este espacio maravilloso que es Matadero -ha comentado esta mañana Patrizia Sandretto Re Rebaudengo, presidenta de la fundación turinesa-, de su fascinante arquitectura y de su comunidad, dinámica y comprometida. Con la creación de la Fundación Sandretto Re Rebaudengo Madrid aplicaremos aquí las prácticas y los modelos gracias a los cuales cada día, desde hace veinte años, fomentamos la creación de nuevas obras de arte y apoyamos a los jóvenes artistas, asimismo promoviendo el conocimiento del arte contemporáneo y su papel en el ámbito social, intentando acercarlo a un público cada vez más amplio”.
Proyecto pedagógico
La Fundación Sandretto Re Rebaudengo, una de las primeras fundaciones privadas de Italia, se creó en Turín el 6 de abril de 1995. En Italia, la Fundación cuenta con dos sedes expositivas, la primera en el Palazzo Re Rebaudengo en la localidad de Guarene d’Alba (desde 1997) y su sede de Turín (desde 2002). A lo largo de los años, la Fundación ha llegado a ser un centro expositivo de renombre a nivel mundial, que presume de colaboraciones internacionales de primer orden, con instituciones de la talla de la TATE Gallery, el Museo de Philadelphia, el MoMA, la Whitechapel Gallery de Londres, el Bard College de Nueva York. Además de en el fomento y promoción del arte contemporáneo, la Fundación cuenta con una amplia experiencia en el ámbito de la educación, de la formación y de la mediación cultural.
“Tengo una profunda alegría porque a partir de ahora vamos a tener con nosotros la colección Sandretto en la Nave 9 de Matadero Madrid –ha señalado la alcaldesa de Madrid, Manuela Carmena-. La Fundación Sandretto Re Rebaudengo es ese instrumento que necesitamos para que la colección esté en Madrid, eche raíces y fructifique aquí como lo ha hecho en Turín. Madrid sigue así apostando con fuerza por la cultura”. En la misma línea, el coordinador general de alcaldía, Luis Cueto, ha indicado que «la constitución de la Fundación Sandretto Re Rebaudengo Madrid es una gran noticia para la ciudad. El acuerdo que hoy presentamos enriquecerá, sin duda, la imagen de Madrid como emblema cultural europeo y creará oportunidades para artistas, comisarios y amantes del arte contemporáneo en nuestra ciudad».
También para Turín es “un motivo de orgullo tener la oportunidad de exportar en tierra madrileña un centro internacional de mucho renombre y larga trayectoria como es la Fondazione Sandretto Re Rebaudengo – ha señalado Chiara Appendino, alcaldesa de Turín-. Un espacio expositivo que desde hace más de veinte años se pone a disposición de artistas, coleccionistas y público del mundo del arte contemporáneo y que, además, sigue contribuyendo a confirmar la fuerza de la red creativa de Turín en su conjunto, caracterizada por un tejido estrechamente entrelazado entre instituciones públicas y privadas. Una vocación que nuestro Ayuntamiento secunda y fomenta”.
Así, los madrileños y visitantes de la ciudad van a ver reforzada la oferta cultural y pedagógica, el pensamiento y el intercambio de ideas en torno al arte contemporáneo en todas sus disciplinas, uno de los objetivos fundamentales de Matadero Madrid, que desde sus inicios se define como una institución abierta que ha buscado la implicación institucional pública y privada y que promueve la participación de la sociedad también como garantía de pluralidad, independencia y sostenibilidad del proyecto. “Matadero Madrid ha sido, desde su inauguración en 2007, un ejemplo único de gestión pública-privada. Esta fórmula de cooperación está en su ADN y su fortaleza reside, precisamente, en la promoción del trabajo colaborativo entre las diferentes organizaciones que conforman Matadero Madrid -comenta Carlota Álvarez Basso, directora del centro-. Con la incorporación de la Fundación Sandretto Re Rebaudengo Madrid vamos a ser diez instituciones culturales trabajando juntas. Estoy segura de que vamos a desarrollar grandes proyectos con la Fundación, dado que compartimos las mismas ambiciones: contextualizar y socializar el arte contemporáneo, promover la reflexión sobre los procesos de construcción cultural y convertirnos en un punto de encuentro entre los artistas y la ciudadanía”.
De igual manera, el proyecto de la nueva sede refuerza también el perfil internacional de la Fondazione Sandretto Re Rebaudengo y, aunque la sede turinesa y la madrileña tendrán identidad propia, atendiendo a los públicos, sensibilidades, comunidades educativas y artísticas propias de cada ciudad, constituye sin duda un puente entre Turín y Madrid, concretando una idea de Europa abierta basada en la reciprocidad entre lugares, conocimientos y culturas.
Los arquitectos encargados de la obra serán David Adjaye, entre cuyos proyectos destacan el Centro para el Nobel de la Paz en Oslo (2005) o el Smithsonian Institute National Museum of African American History and Culture, en el National Mall de Washington (2016), y el madrileño Arturo Franco, con distintas intervenciones en Matadero Madrid.
La colección
El núcleo inicial de la colección se forma en los años noventa en Londres, la capital artística más viva de la época, en parte gracias a la explosión del fenómeno de los Young British Artists. Los nuevos fermentos del arte británico y en particular la renovación del estilo escultórico, además de la atención puesta en las performances tienen pues peculiar relevancia en la colección, que adquiere obras muy significativas entre las cuales están las formas-pigmento de la serie 1000 names de Anish Kapoor, el primer artista que formó parte de ella; así como el monumental escaparate suspendido con escritorio volcado de Damien Hirst (The Acquired Inability to Escape, Inverted and Divided, 1993); o el violento retrato post-humano del Cyber-iconic Man (1996) de Jake y Dinos Chapman o también la metamorfosis silla/cuerpo femenino de Sarah Lucas (Love Me, 1998).
En Londres se adquirieron también las primeras obras de otro artista emblemático para la colección, Maurizio Cattelan, el cual –si bien en aquel entonces todavía lejos del renombre internacional actual– expresa ya su característica mezcla de farsa y tragedia, en obras que al cabo de los años se han convertido en el sello de la colección, como la ardilla suicida de Bidibidobidiboo (1996). La atención y el apoyo hacia el arte italiano constituyen desde entonces referencias fundamentales, como atestigua la adquisición a lo largo de los años de obras de Vanessa Beecroft, Paola Pivi, Luisa Lambri, Stefano Arienti, Roberto Cuoghi y Lara Favaretto, entre otros.
A partir de los años noventa, otro contexto cultural y geográfico guía los intereses de la colección: la escena artística emergente de la costa oeste estadounidense. Desde allí entran a formar parte de la colección trabajos de Mike Kelley, Sharon Lockhart, Catherine Opie, Raymond Pettibon, Charles Ray y Paul McCarthy, cuya obra Bang-Bang Room (1992), un cuarto animado que se abre y se cierra de forma amenazante sobre los espectadores, representa de forma inmejorable el universo distorsionado, a la vez lúdico e inquietante, del gran artista americano. En Los Ángeles se produce el encuentro con el joven Doug Aitken, protagonista de una generación a la cual se debe la introducción de la video-instalación como medio de representación de su época. La Fundación produce entonces Electric Earth, instalación ambiental compuesta por ocho pantallas que sumergen el espectador en un viaje hipnótico en una metrópoli nocturna, con la cual el artista gana el León de Oro de la Bienal de Venecia de 1999. Después de esa primera colaboración, vendrá la gran exposición personal New Ocean (2001-2002), coproducida con la Galería Serpentine de Londres y luego adquirida por la Colección.
Tras ello, el interés por el vídeo queda como punto de referencia en las estrategias de la colección, a través de encargos o de la adquisición de obras fundamentales, como HanD Heard (1995-1996) de Gary Hill, Saint Sebastian (2001) de Fiona Tan, Zidane. A 21st Century Portrait (2005) de Douglas Gordon y Philippe Parreno, o Gravesend (2007) de Steve McQueen.
Junto al vídeo, el otro foco de la colección se centra desde el principio en la fotografía, otro medio que igualmente vive en esta época una gran atención, desarrollo y experimentación por parte de los artistas, que mediante estrategias conceptuales funcionales ponen en discusión el presunto carácter de veracidad de la imagen fotográfica. Al lado de los grandes maestros alemanes de la talla de Andreas Gursky y Thomas Ruff, la colección recoge así las poéticas de artistas como Thomas Demand, Jeff Wall, James Casebere. Ese peculiar enfoque de la colección se puede considerar como la profundización de una anterior atención hacia las poéticas de la Pictures Generation de los años ochenta, representada en la colección por artistas de la talla de Richard Prince, Barbara Kruger, Sherrie Levine y Cindy Sherman, en los cuales el uso del medio fotográfico sirve para un análisis de su propio status en el sistema mediático y simbólico actual. Muy significativa en ese sentido es la obra maestra de Cindy Sherman Untitled Film Stills (1978-1981), una serie de fotografías en blanco y negro en los cuales la artista se retrata a sí misma como la heroína de diversas e imaginarias películas de cine negro, para realizar una crítica de la imagen femenina producida por los medios de comunicación y el cine en particular.
Con nombre femenino
Esta obra de Sherman es también ejemplo de la fortísima atención que la colección presta al arte femenino. Además de las artistas ya mencionadas, en la colección se encuentran obras importantes de Shirin Neshat, Mona Hatoum, Pae White, Rachel Whiteread, Katharina Fritsch, Rosemarie Trockel y Berlinde de Bruyckere.
La inclinación hacia las temáticas políticas y sociales representa otro aspecto fundamental de muchas obras de la colección Sandretto, que analizan de forma crítica la realidad contemporánea haciendo referencia a la conexión entre el régimen de las imágenes mediáticas y el ejercicio de la violencia. Obras peculiares en ese sentido son el monumento/documento conmemorativo de Hans-Peter Feldmann dedicado al ataque a las Torres Gemelas (9/12 Frontpage, 2001); Camo Family (2006) e Ingrowth (2009) de Thomas Hirschhorn, una reflexión sobre una mirada colectiva, atraída por la crueldad; el circo delirante de Jon Kessler (Kessler’s Circus, 2008), imponente instalación enfocada al conjunto militar y tecnológico de la sociedad del espectáculo; el gran tapiz de Goshka Macuga Plus Ultra (2009), que sintetiza entre historia y actualidad las lógicas económicas del poder en el mundo globalizado.
Todas las líneas de investigación y de soporte hasta aquí analizadas siguen y se amplifican en tiempos más recientes, sintonizándose con un mundo del arte que va más allá de ámbitos territoriales o conceptuales, entrando así en los caminos de la experimentación de las nuevas generaciones. Así, la colección se hace eco de un renovado interés por la pintura, con artistas de la talla de Tauba Auerbach y Lynette Yiadom-Boakye, y también del cada vez más influyente lenguaje de las performances, explicitado en los trabajos de artistas como Tino Sehgal y Ragnar Kjartansson. Para finalizar, fundamental ha sido el interés hacia el nuevo lenguaje de la era digital, que la Colección Sandretto Re Rebaudengo desde hace tiempo explora de forma significativa, prestando atención a una generación con figuras como Ed Atkins, Helen Marten y Ian Cheng.