Este segundo episodio ocupa 10 salas con más de cien obras, la inmensa mayoría nuevas (algunas, incluso, recién llegadas). Más allá de los formatos tradicionales, como la pintura, la escultura e incluso la fotografía, en ellas se enfatiza la experimentación con los nuevos lenguajes y las nuevas prácticas de aquellos años que incorporaron la apropiación de los nuevos medios y de las tecnologías de comunicación de masas; la utilización del cuerpo como herramienta de expresión y crítica social; la intervención en la esfera pública, el cuestionamiento del sistema del arte y de las instituciones, y la redefinición del papel del espectador, elevado a la posición de participante en las obras.
Rosario Peiró, jefa de Colecciones del Museo, destaca que este nuevo episodio «nace en la cuarta planta porque de alguna manera es la continuación de una época, finales de los sesenta, en la que el espacio se convierte en el centro de atención de los artistas más experimentales y de vanguardia, y que tiene un espacio muy específico, muy situado y que es, además, completamente radical en diferentes países de América Latina. Por eso empezamos con la Tropicália brasileña, porque es, digamos, el espacio más medioambiental, más rompedor, que destroza completamente la idea de objeto artístico y lo pasa al ambiente, al cuerpo, a la performance… y es a partir de esa experimentación que está estructurada toda la planta. Por lo tanto, experimentación; después, colectividad, porque la mayor parte de los artistas que presentamos trabajan colectivamente, y posteriormente está la gráfica, porque también es muy importante como material colectivo en ese momento y es una de las líneas de investigación y adquisición de nuestra Colección. Por tanto, espacio, territorio, investigación y también radicalidad, una radicalidad que se puede ver en estos países y que no es comparable con nada de lo que está pasando en el resto del mundo en lo que se refiere al arte de vanguardia».
Además de instalaciones, obras efímeras, arte postal, vídeos, registros de performance y acciones, se ofrece una amplia muestra de escritos, revistas, periódicos, cuadernos y todo tipo de documentos procedentes del fondo de la Biblioteca y Centro de Documentación del Museo que dan soporte al nuevo discurso expositivo. Como idea general y de forma cronológica, aunque con ciertas sincronías puntuales, el recorrido aborda la realidad de América Latina como un concepto complejo, amplio, plural y diverso, que abarca un gran número de países, cada uno con sus particularidades, con sus rasgos autóctonos y en el que la idea de lugar está por encima de la de mapa.
En cuanto a las prácticas artísticas, esta nueva parte de la Colección recoge desde la psicodelia de la Tropicália brasileña y el nacimiento de los conceptualismos y de otros lenguajes que van más allá de la abstracción y de las prácticas abordadas en décadas anteriores, donde los artistas comienzan a trabajar con la idea de cuerpo y con el proceso, hasta la experimentación en otros campos como el cine o la fotografía.
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Generosidad
Gran parte de las obras que se muestran han sido adquiridas en los últimos ocho años gracias a la generosidad de los integrantes de la Fundación Museo Reina Sofía, creada en 2012. Merecen especial mención las donaciones realizadas por Jorge M. Pérez, la Colección Patricia Phelps de Cisneros -de la que también se incluyen algunos depósitos destacados- y otros importantes coleccionistas como María Amalia León de Jorge, Gustavo Nóbrega, Marga Sánchez, Diana López y Herman Sifontes, Silvia Gold y Hugo Sigman, Ricardo y Susana Steinbruch o Juan Carlos Verme. Todo este apoyo ha sido fundamental para el éxito de una de las líneas de trabajo prioritarias del Reina Sofía en los últimos años: la investigación sobre las prácticas artísticas en países de Latinoamérica, a las que ha dedicado numerosas exposiciones individuales y colectivas, así como actividades públicas de todo tipo: seminarios, ciclos de cine, etc.