Desde el siglo XV hasta bien avanzado el siglo XVII, Flandes fue un referente en el ámbito de las bellas artes en Europa occidental y constituyó una de las fuentes de inspiración de los principales movimientos artísticos de aquel periodo, el Renacimiento y el Barroco. Muchas de las obras de los maestros flamencos están hoy repartidas por todo el mundo, pero para conocerlos a fondo hay que visitar los lugares en los que vivieron y crearon.
En concreto, este reportaje se centra en cinco grandes artistas muy distintos entre sí: Jan van Eyck (Maaseik, c. 1390 – Brujas, 1441), Dieric Bouts (Haarlem, c. 1410/1420 – Lovaina, 1475), Pieter Bruegel el Viejo (Breda o Breugel, h. 1527-28 – Bruselas, 1569), Peter Paul Rubens (Siegen, actual Alemania, 1577 – Amberes, 1640) y, a siglos de distancia, pero también con enorme interés, James Ensor (Ostende, 1860 – 1949).
A los tres primeros se les encuadra entre los Primitivos Flamencos; Rubens fue, entre otras cosas, uno de los más grandes pintores del barroco, y James Ensor, una figura clave en el nacimiento del arte moderno. Comienza el viaje.
Gante y Van Eyck
Quien dice Gante dice La Adoración del Cordero Místico [1] (1432), una de las grandes obras maestras del arte universal. Ambos mantienen una conexión indisociable. Hasta junio de 2021, la ciudad natal del César Carlos se engalana a la borgoñona para homenajear a Jan Van Eyck con el festival OMG! Van Eyck was here [2]. Además, en primavera abrirá sus puertas el nuevo centro de visitantes en la Catedral de San Bavón, donde se expondrá el políptico en todo su esplendor. En espera de esta inauguración, el retablo se puede admirar en una modesta capilla de la catedral [3].
Pero Jan van Eyck fue más que un pintor. Contaba con formación en letras y fue uno de los primeros en firmar sus cuadros, pero, además, poseía los conocimientos necesarios para desencadenar una revolución en tres planos principales: su técnica al óleo, su observación del mundo y su tratamiento de los fenómenos ópticos de la luz.
Antes de Van Eyck, la pintura al óleo era un medio poco práctico, hasta que él logró reducir el tiempo de secado mediante la incorporación de secantes y volver este material más fácil de trabajar.
La segunda faceta de esta revolución es la atenta observación del mundo que practicó. El esmero que ponía en reproducir de forma minuciosa y casi palpable hasta los más pequeños detalles era algo nunca antes visto y sigue asombrando a día de hoy.
Pero aún fue un paso más allá en su dominio de la luz. En los talleres de arte de su tiempo era imposible contar con una iluminación constante y homogénea. La más mínima modificación de las condiciones de luz modifica a su vez las características ópticas. Y Van Eyck decidió trabajar con esto, por ejemplo, pintando en el Cordero Místico el ángulo de entrada de la luz presente en la Capilla Vijd de la Catedral de San Bavón, destino original de la obra y su hogar durante 554 años.
Así parece como si la misma luz que entra en la capilla por la derecha iluminase los espacios pintados en los paneles exteriores, con una precisión que producen un resultado inusitadamente fiel al natural. ¿Cómo pudo lograrlo? Van Eyck debía poseer un saber y un método racionalizado sobre cómo se comporta la luz en la realidad.
Pero aunque la figura de Jan van Eyck se asocia sobre todo con Gante, también está estrechamente vinculada a otra ciudad, Brujas, situada a apenas cincuenta kilómetros [4], donde tuvo su taller y pasó gran parte de su vida. Entre sus museos municipales están el Groeningemuseum [5], el Sint-Janshospitaal [6](Hospital de San Juan) o el Onze-Lieve-Vrouwekerk museum [7] (Museo Iglesia de Nuestra Señora). Sus colecciones cuentan con verdaderas obras maestras de los Primitivos Flamencos, como la espectacular Virgen del canónigo Van der Paele (1436) del mismo Van Eyck o el Tríptico Moreel (1484) de Hans Memling, y con una joya que habla de su prosperidad durante el siglo XVI, la Madonna de Brujas (1504) de Miguel Ángel.
Todo sobre Gante [8]
Dieric Bouts y Lovaina
De origen neerlandés, Bouts se afincó en Lovaina, donde se casó en 1448 y permaneció hasta su muerte. Destacado entre los Primitivos Flamencos, su gran obra maestra es el tríptico de La última cena (1464-1467), una joya que se muestra a su vez en la obra maestra para la que fue creada, la iglesia de San Pedro, icono del gótico brabanzón ubicada en el mismo centro de la ciudad.
Bouts plasma sus escenas religiosas en un entorno terrenal que levanta al tiempo las barreras entre cielo y tierra. En este sentido, tal vez sea el mejor ejemplo de artista de esa corriente del siglo XV que busca una nueva interpretación del ser humano. Como tal investigó las posibilidades de la representación del mundo real como forma de que el espectador pudiera entender mejor el mensaje que quería transmitir.
Bañada por la misma luz que lleva siglos traspasando sus vidrieras, en este imponente edificio también se conserva otro gran tríptico de Bouts, el Martirio de San Erasmo (1458). Ambos comparten espacio con, por ejemplo, la escultura Virgen con el Niño (1442) de Nicolaas De Bruyne, y un impresionante púlpito de roble que muestra a tamaño real a San Norberto de Xanten cayendo de su caballo. Insuperable.
Todo sobre Lovaina [10].
Bruegel el Viejo, el enigma
Fascinado por la naturaleza, la humanidad y el humor, Pieter Bruegel el Viejo [11] y su legado están presentes en toda Flandes, especialmente en Amberes y Bruselas.
Fuentes tempranas sugieren que nació entre los años 1525 y 1530, pero la realidad es que surge de las brumas de la historia al establecerse en Amberes, en aquella época un centro clave del Renacimiento. Aquí se formó como pintor y grabador antes de incorporarse al Gremio de San Lucas, un selecto ‘club’ de maestros cuya nómina incluyó también a Pedro Pablo Rubens, Hans Memling y los dos hijos de Bruegel, Pieter el Joven y Jan.
Desde mediados del siglo XVI en adelante, Bruegel comenzó a ser más activo. Para 1552 había establecido sus primeros contactos con el impresor Hieronymus Cock y de esa época son los primeros dibujos que podemos ver hoy en día. La colección de producción gráfica de Bruegel custodiada por la Biblioteca Real de Bélgica (Bruselas) figura entre las más ricas del mundo [12].
Tras una estancia en Italia, Bruegel se instaló en 1565 Bruselas. En esa época comenzó a concentrarse más en la pintura y la ciudad era un punto neurálgico que conectaba a los artistas con la pujante nobleza urbana. Allí siguió produciendo obras con su estilo único: muy simbólicas, al tiempo que profundamente arraigadas en la tradición local, y siempre universales por su significado y alcance.
Hasta donde sabemos sobreviven alrededor de cuarenta de sus obras y, aunque repartidas por el mundo, algunas de ellas pueden verse en los Museos Reales de Bellas Artes de Bélgica [13], en Bruselas, entre ellos el célebre Paisaje de invierno con patinadores y trampa para pájaros [14] (1565) o La caída de los ángeles rebeldes [15] (1562), mientras que la icónica Dulle Griet, también conocida como La loca Meg [16] (1561), puede admirarse en el Museo Mayer van den Bergh [17] de Amberes. Este museo también cuenta con los Doce proverbios [18], tablas de madera pintadas por Bruegel (1558), cada una de las cuales representa refranes y frases ingeniosas del Flandes de su tiempo.
Bruegel murió en 1569 y está enterrado en la misma iglesia donde se casó, Nuestra Señora de la Capilla, junto a la plaza Sablon en Bruselas. Sus dos hijos, Pieter (el Joven) y Jan (el Viejo), nacidos en 1564 y 1568 respectivamente, se convirtieron por derecho propio en notables artistas.
Todo sobre Bruselas. [19]
Todo sobre Amberes. [20]
Rubens, Amberes y el mundo
Rubens sigue muy presente en Amberes, la ciudad que le adoptó y formó como artista y en la que desarrolló la mayor parte de su extraordinaria carrera. Su estatua da la bienvenida a los visitantes en la plaza Groenplaats y más de cincuenta de sus obras se exhiben en distintos museos e iglesias, a menudo en el mismo lugar para el cual fueron creadas. Su casa, estudio y sepultura se encuentran en Amberes. Amberes no se concibe sin Rubens.
Pedro Pablo Rubens nació en 1577 en Siegen (en la actual Alemania), pero pronto se trasladó con su madre a la ciudad del Escalda tras la muerte de su padre. Fue allí donde aprendió a pintar, recibiendo formación de artistas como Tobias Verhaecht, Adam van Noort y Otto van Veen. En 1600 viajó a Roma y Venecia, y después a España. Pronto comenzó a recibir encargos de sus cortes.
En 1608 regresó a Amberes como el pintor de cámara de los archiduques Isabel Clara Eugenia y Alberto de Austria, hija y sobrino de Felipe II. Fue en esa época cuando compró una casa y terreno en la plaza Wapper –en el centro de la actual Amberes– y comenzó a rediseñarla.
Inspirado por la arquitectura de la Antigua Roma y el Renacimiento, Rubens diseñó los planos y convirtió una casa flamenca común en un palacio, hoy museo, que alberga una magnífica colección de arte del maestro y de sus contemporáneos [21]. Desde entonces, su estudio se convertiría en un hervidero de actividad con muchos empleados y alumnos, de los que algunos se hicieron célebres por sus méritos, como Antonio van Dyck o Jacob Jordaens. El estudio producía cientos de creaciones y pinturas, muchas expresamente por encargo.
Como favorito de la archiduquesa, Rubens se involucró cada vez más en misiones diplomáticas en su nombre. Fue él quien finalmente negoció un acuerdo de paz entre la Monarquía Hispánica e Inglaterra, que con el tiempo conduciría al cese de hostilidades entre españoles y holandeses.
Durante sus numerosos viajes consiguió muchos encargos de relevancia. En 1630 regresó a Flandes definitivamente y adquirió el castillo de Elewijt, a las afueras de Bruselas. Allí pintó su mayor encargo hasta la fecha: 52 cuadros con escenas mitológicas, en general de buen tamaño, para decorar un pabellón real de caza en el Monte de El Pardo, la Torre de la Parada, hoy desaparecida. Estos fueron finalmente terminados en 1638 y enviados a Felipe IV.
La salud de Rubens estaba empezando a deteriorarse y falleció en 1640, a los 62 años, en su casa de Amberes. Hoy podemos disfrutar de parte de su inmenso legado en la Catedral de Nuestra Señora [23], que alberga cuatro de sus obras maestras; el Museo Plantin-Moretus [24], impresores para los que trabajó; la iglesia de Santiago [25], donde yace y para la que eligió el cuadro del altar de su capilla, su propia Virgen con los Santos; la iglesia de San Carlos Borromeo, el templo barroco más importante de los Países Bajos [26], y la de San Pablo [27], que dan fe de su talento como arquitecto y pintor; la Casa Rockox [28], residencia del entonces alcalde de Amberes, amigo y mecenas clave; y el Museo Real de Bellas Artes de Amberes, que alberga una de las mejores colecciones belgas de Rubens.
Todo sobre Amberes. [20]
El Ostende de James Ensor
James Ensor [29] nació en 1860 en Ostende. Creció en las tiendas de souvenirs que regentaban sus progenitores y las máscaras de carnaval que allí vendían le cautivaron desde temprana edad. Poseía un clarísimo talento para el dibujo que se desarrolló aún más en la Real Academia de Bellas Artes de Bruselas. Allí estableció las bases de una impresionante carrera que se prolongaría durante casi 70 años, y durante la cual produjo unas 850 pinturas.
Desde Ostende creó una obra increíble, pero no permitió que le encasillaran. Le apasionaba experimentar y es considerado pionero en muchos estilos, como el luminismo, el fauvismo, el cubismo, el expresionismo, el futurismo y el surrealismo. Pero a menudo regresaba a temas recurrentes en su obra. Por ejemplo, en sus lienzos con frecuencia aparecen personajes enmascarados. También la figura de la muerte es una constante, al igual que su latente aversión a la burguesía y a sus valores, a pesar de que, años después, él mismo pasara a formar parte de ella al ser nombrado barón.
Esta mezcla única dio como resultado una serie de obras maestras que se exhiben en los museos más importantes del mundo. Por ejemplo, su icónico lienzo, y quizá el más famoso, La entrada de Cristo en Bruselas (1888), se exhibe en el Getty Museum en Los Ángeles. Y, sin embargo, para Ensor no hay mejor lugar que el hogar. En vida apenas dejó su Ostende por un breve espacio de tiempo, el necesario para formarse. Pasó el resto de sus días ante el Mar del Norte. Y, precisamente por eso, es ese el mejor lugar para conocerlo. El lugar en el que nació, pintó sus obras maestras y falleció.
El exponente más importante de esto es la Casa James Ensor [30], a un tiro de piedra de la playa. Allí vivió y trabajó durante los últimos años de su vida. Esta porción única de patrimonio se ha complementado recientemente con un nuevo centro de visitantes, que destaca la vida y obra del maestro. También el museo de arte Mu.ZEE [31], a unos quince minutos a pie de la Casa, contribuye con su colección permanente.
Ostende fue el gran amor de Ensor, no hay duda, aunque también tuvo una ‘aventura’ con Bruselas, donde encontró su individualidad artística. Fue cofundador de Les XX (Los Veinte), un innovador grupo de artistas que insuflaron una nueva dinámica al mundo del arte. En el entonces recién inaugurado Palacio de Bellas Artes (hoy en día Bozar [32]) se le dedicó su retrospectiva más importante. Algunas de sus obras se pueden ver en el Museo Real de Bellas Artes [33] de Bruselas (KMSKB), si bien el mayor conjunto de obras del artista se conserva en su homólogo de Amberes [34] (KMSKA, cerrado temporalmente por obras de renovación), mientras que el Museo Plantin-Moretus [35] tiene una gran colección de 188 grabados y 13 dibujos del maestro. En el Museo de Bellas Artes [36] de Gante y en el cercano Museum Dhont-Dhaenens [37] también se puede encontrar un buen número de sus obras.
Todo sobre Ostende [38]
¿Más información sobre Flandes y Bruselas? Busque inspiración en www.visitflanders.com [39].