Hasta que im Kinsky anunció en enero que la obra había sido redescubierta en una colección privada sólo se conocía por una fotografía en blanco y negro. Su repentina reaparición, unida a su intrigante historia, generó una enorme expectación. Unos 20.000 vieneses tuvieron la oportunidad de admirarla en la sede de la casa de subastas.
La obra, adquirida por la firma de asesoría artística Patti Wong & Associates (Hong Kong) en nombre de un comprador anónimo, se situó en el extremo inferior de la horquilla estimada, entre 30 y 50 millones de euros. Aun así, cuadruplicó el anterior récord austriaco, alcanzado en 2010, cuando la casa de subastas Dorotheum vendió un retrato de Frans Francken II por algo más de siete millones de euros.
El récord histórico para un Klimt en subasta se estableció el pasado mes de junio en Sotheby’s de Londres, cuando su retrato Dame mit Fächer (Dama con abanico, 1917) [1] se remató por 85,3 millones de libras (99,2 millones de euros), por cierto, a través de la misma firma hongkonesa.
En todo caso, como afirma la consultora Llucià Homs [2], la obra ha sido la más cara vendida en la historia de las subastas austriacas y muestra cómo casas más locales pero muy sólidas y con larga experiencia acceden a un mercado global que se mueve por estándares internacionales.
Durante la subasta salieron a la venta otros 18 objetos, entre ellos algunos bocetos de Klimt, obras de su compatriota Egon Schiele y esculturas.
Lagunas
Pero algunos aspectos del retrato de Klimt siguen sin estar claros: la identidad de la modelo, quién lo encargó y qué le ocurrió durante la Segunda Guerra Mundial. Ante las dudas sobre la identidad del propietario anterior al conflicto, la casa de subastas negoció un acuerdo entre el último dueño del cuadro y los herederos de dos ramas de la familia Lieser, importantes industriales judíos del imperio austrohúngaro.
Estos herederos han recibido una parte de lo obtenido en la subasta, según declaró Ernst Ploil, director de im Kinsky. Este acuerdo se basa en la hipótesis, por otra parte más que razonable, de que el retrato fue expropiado durante la época nazi.
La casa de subastas reconoció que la peripecia del cuadro durante el periodo nazi es confusa, «lo que se sabe es que fue adquirido por un predecesor legal del consignatario en la década de 1960 y llegó al propietario actual a través de tres herencias sucesivas».
¿De quién se trata?
«Lo que es seguro es que el cuadro seguía en el estudio de Klimt en el momento de su muerte», explicó Ploil. Klimt nunca llegó a terminarlo, quedó sin firmar, y en su reverso no hay sellos ni pegatinas.
Las identidades de la modelo y del cliente también son objeto de debate. Las propias notas de Klimt identifican al autor del encargo únicamente como Lieser. Durante mucho tiempo se creyó –y así consta en el catálogo razonado de Klimt– que había sido encargado por Adolf Lieser y que retrataba a su hija, Margarethe Constance Lieser.
Sin embargo, im Kinsky cree ahora que el retrato pudo ser encargado por Henriette Lieser-Landau (por el equivalente a 120.000 euros actuales), ex esposa de Justus Lieser, hermano de Adolf.
Henriette, mecenas y amiga de Alma Mahler, tenía dos hijas –Annie y Helene–, que podrían haber sido las protagonistas del retrato. Según un artículo publicado en el periódico austriaco Der Standard, en los documentos de inmigración estadounidenses de Annie consta que tenía los ojos grises, mientras que la niña del cuadro los tiene marrones. Helene, que llegó a ser una economista de éxito, sí los tenía de ese color.
Henriette Lieser-Landau fue deportada en 1942 y asesinada en 1943. Se archivó un negativo en blanco y negro del cuadro en la Biblioteca Nacional de Austria con una nota que decía: «1925 en posesión de Frau Lieser IV. Argentinierstrasse, 20». Der Standard señalaba que esa era la dirección de Henriette.
Pero Tobias Natter, uno de los autores del catálogo razonado, sigue sin estar convencido y considera que existe una «probabilidad abrumadora» de que la modelo fuera Margarethe Constance Lieser. Señala que en el inventario de sus posesiones, que Henriette se vio obligada a elaborar para los nazis, no se mencionaba el retrato, mientras que otros objetos –arte, pero también porcelana y enseres domésticos– sí figuraban con detalle.
A los argumentos en favor de Margarethe Constance se añade el hecho de que su hijo, William Heinrich de Gelsey, intentaba localizar un retrato de Klimt de su madre antes de morir en 2021, según el diario austriaco Kronen Zeitung. En un artículo publicado el 21 de abril el periódico sugería que habría sido mejor aplazar la subasta hasta que se resolviera el misterio.
En cualquier caso, en la casa de subastas se muestran orgullosos de haber cumplido con todos sus deberes: «Proporcionar al vendedor un resultado óptimo, ayudar a los sucesores legales de los antiguos propietarios a un acuerdo justo y equitativo y ofrecer una obra de arte maravillosa, perfectamente investigada y descrita, a sus compradores».