En conjunto, Enmarcando el Prado tiene como objetivo enmarcar obras sin marco, reenmarcar pinturas con un marco más adecuado o desarrollar soluciones innovadoras para mejorar la presentación de las colecciones. Un desarrollo pionero con un planteamiento que aúna criterios estéticos y de conservación preventiva que servirá como referencia para futuras intervenciones.
Las Hilanderas de Velázquez es la pintura elegida para iniciar el proyecto. Su nuevo marco ocultará a la vista los añadidos históricos al lienzo y permitirá contemplar la composición tal y como la concibió su autor. Además se incorporarán medidas técnicas para garantizar la mejor conservación. “Es una obra cumbre del arte universal, con un complejo significado que podremos exponer en las mejores condiciones museográficas en virtud del nuevo sistema de enmarcado ideado por nuestro equipo”, destaca Miguel Falomir, director del Prado.
Añadidos
En el siglo XVIII, la tela fue ampliada en su perímetro añadiendo una ancha banda superior (con el arco y el óculo) y bandas más pequeñas en los extremos derecho, izquierdo e inferior. Esta operación, bastante frecuente en las colecciones reales, desvirtuó la percepción original de la composición de Velázquez, dando como resultado que la escena que transcurre ante el tapiz se perciba más alejada y convirtiendo en costumbrista un contenido mitológico.
Conscientes de ello, y dado que la ampliación es una intervención histórica que no se debe perder, el Prado ideó en los últimos años un sistema de enmarcado innovador en el que solo dejaba visible la parte del cuadro pintada por Velázquez. La necesidad de revisar el estado de conservación de la obra obligó a desmantelar ese enmarcado.
Actualmente se ha vuelto a recuperar la visión con añadido de la pintura, al tiempo que se está trabajando en la búsqueda de un montaje que permita controlar en todo momento su conservación.
Un sistema de enmarcado permitirá visualizar la composición de Velázquez e incorporar nuevas medidas de protección. Se diseñará un panel de enmascaramiento que permitirá la integración estética de la obra en la arquitectura de la sala sin alterar su percepción y, simultáneamente, presenta «altísimas prestaciones» desde un punto de vista técnico indetectables para los visitantes, permitiendo una relación natural sin interferencias entre el público y la obra.
El marco
El marco de una pintura es esencial para comprender la imagen que acoge y pueda ser percibida y admirada de manera adecuada. El marco ayuda a mirar, a introducirse en la obra que guarnece, a llenarla de contenido o a prolongar el sentido formal de la misma. No solo la enriquece desde el punto de vista estético, sino que contribuye a su protección y su conservación, además de ser en sí mismo una extraordinaria fuente de información histórica.
El enmarcado, a lo largo de la historia, ha sido siempre una operación consciente y fundamental para significar las obras que acompaña y protege; un trabajo de creación que ha conllevado en muchas ocasiones la participación de artistas diversos (pintores, escultores, arquitectos, carpinteros, tallistas y doradores), que han concebido prototipos y modelos que han marcado una época, un estilo o una institución.
En la etapa inicial del Real Museo de Pinturas, los artesanos de la madera y el dorado contribuyeron con su trabajo a la consolidación de las obras procedentes de las colecciones reales: produciendo nuevas molduras o recuperando y restaurando otras procedentes de los Reales Sitios.
Su labor, especialmente importante en lo que respecta a la construcción y el dorado de marcos para las pinturas, experimentó un gran desarrollo bajo la dirección del duque de Híjar, entre 1826 y 1838, prosiguiendo después con campañas muy completas que permitieron la apertura de nuevas salas expositivas.
El Museo del Prado tiene inventariados en sus colecciones aproximadamente 6.500 marcos que se encuentran instalados en las obras de la colección permanente o en salas de reserva con destino a nuevas adquisiciones.