Hasta ahora solo se había subastado un retrato de Klimt de esta calidad. Fue el de Adele Bloch-Bauer II (1912), que se vendió en Christie’s Nueva York en 2006 por 87,9 millones de dólares (80 millones de euros al cambio actual).
El pintor vienés ya estaba en el selecto «panteón» de artistas que han superado los 100 millones de dólares en subasta. Fue con su paisaje Bosque de abedules, que se vendió en 2022 como parte de la Colección Paul G. Allen por 104,6 millones de dólares (95,6 millones de euros al cambio actual) también en Christie’s Nueva York.
Encontrada en el caballete de su estudio en el momento de su prematura muerte en febrero de 1918, esta cautivadora representación de una hermosa mujer de identidad desconocida revela a Klimt explorando un nuevo enfoque del color y la forma, una obra maestra de un artista en la cima de su arte.
Este lienzo es fruto de un momento en el que la formalidad de sus obras de encargo dio paso a una nueva expresividad, a una inmersión cada vez más profunda y alegre en el patrón, el color y la forma, que, aunque claramente influenciada por sus contemporáneos Van Gogh, Matisse y Gauguin, se convirtió en sus manos en algo completamente diferente.
Del mismo modo, mientras que las obras ligeramente anteriores del famoso «período dorado» de Klimt, encabezadas por el retrato de Adele Bloch-Bauer I de 1907, presentan a la persona como un icono, rodeada de una tapicería de formas doradas, aquí el sujeto casi se disuelve en el fondo y el suave patrón de la piel de la mujer se repite en el fondo amarillo pálido.
Klimt comenzó a trabajar en esta obra en 1917, momento en el que era uno de los retratistas más celebrados de Europa: los encargos llegaban de manera constante y por ellos podía cobrar cifras mucho más elevadas que sus contemporáneos.
Sin embargo, Dame mit Fächer fue una obra rara, pintada por gusto, llena de libertad y espontaneidad, en la que se refleja la alegría de Klimt al pintarla y celebrar la belleza en su forma más pura. También revela su enfoque innovador. Tradicionalmente, los retratos se pintaban en formato vertical. Aquí, Klimt vuelve al formato cuadrado que usó para sus paisajes vanguardistas de principios de siglo, lo que le da a esta obra un aire singularmente moderno.
Klimt también expresa aquí su fascinación por el arte y la cultura china y japonesa. Se sabe que los kimonos y los ropajes chinos de seda eran su vestimenta de elección, y su hogar estaba lleno de hermosos objetos asiáticos.
En Dame mit Fächer, Klimt se basa principalmente en motivos chinos: el fénix (símbolo de inmortalidad y renacimiento, buena fortuna y fidelidad) y las flores de loto (símbolos de amor, matrimonio feliz y pureza). Mientras tanto, su aplanamiento del fondo y la yuxtaposición de patrones reflejan su profundo interés en las estampas japonesas.