Según informa la pinacoteca, la donación constituye, por la elevada calidad de las piezas que la integran y su buen estado de conservación (ninguna precisa de intervención), una importante contribución al enriquecimiento de las colecciones del Prado. Se trata de seis pinturas (a las que se añadirá una séptima) que comprenden un amplio abanico cronológico, desde las postrimerías del siglo XVI a mediados del XIX, realizadas por artífices italianos (Jacopo Ligozzi), españoles (Sánchez Cotán, Herrera “el Viejo”, Antonio del Castillo y Eugenio Lucas Velázquez) y un bohemio (Anton Rafael Mengs).
Todas ellas fueron pintadas en España a excepción del Ligozzi, pero cuatro fueron adquiridas por el donante en el extranjero, por lo que su entrada en el Prado supone un importante acrecentamiento del patrimonio artístico español. La calidad de las obras viene avalada por su presencia recurrente en exposiciones y su inclusión en las más recientes monografías de los pintores que las ejecutaron.
Aunque los artífices de las pinturas donadas figuran ya en el Prado, están representados con obras de muy distinta naturaleza, iconografía y/o cronología. Su incorporación permite así completar los perfiles profesionales de estos pintores. Así sucede por ejemplo con Sánchez Cotán, de quien el Museo posee una naturaleza muerta pero de quien, hasta la donación Alzaga Villaamil, carecía de pintura religiosa; o con Ligozzi, presente en el Prado a través de un enorme cuadro de altar muy alejado de la exquisita e inusual composición alegórica que ahora ingresa. Otro tanto se puede señalar a propósito de la obra de Mengs de pequeño formato o del tardío San Jerónimo de Herrera “el Viejo”.
El Museo ha hecho público su «agradecimiento a Óscar Alzaga [1] por unirse así a la nómina de personas que generosamente han contribuido a ampliar cuantitativa y cualitativamente sus colecciones».