Los trabajos en la Capilla de la Dormición de Las Descalzas Reales destacan por su complejidad. El reto ha consistido en restaurar una gran pintura compuesta por varias telas cosidas por el reverso y fijadas al techo con clavos. “Giordano concibió La Asunción de la Virgen María como un gran lienzo para hacernos pensar que se trata de un fresco, pero sin ser un fresco”, destaca la conservadora Ana García Sanz.
A lo largo de cuatro meses, un equipo de cinco restauradoras ha reintegrado las pequeñas roturas ocasionadas por la oxidación de algunas tachuelas sobre la tela, pintada hacia 1698. Además se han eliminado repintes y barnices de intervenciones anteriores.
El Monasterio de las Descalzas Reales se ubica en pleno corazón de Madrid. Fue voluntad de su fundadora, Juana de Austria (1535-1573), hija menor del emperador Carlos V y princesa de Portugal, convertir el palacio en el que ella misma nació, y que pertenecía al tesorero de su padre, en un monasterio de monjas clarisas. En él instaló sus aposentos tras su regreso de Portugal, y en la capilla que ocupa el mismo espacio en el que vino al mundo descansa su cuerpo.
Patrimonio Nacional también ha restaurado tres de los ‘cielos’ con los que Giordano decoró hace más de 300 años las bóvedas de la Basílica de El Escorial. Con la ayuda de varias torres de hasta 20 metros de altura se ha podido actuar sobre tres pinturas murales con escenas religiosas: El juicio de San Jerónimo, El misterio de La Encarnación e Historias del rey David. El maestro napolitano las realizó por orden de Carlos II entre 1693 y 1695.
Tradición recuperada
Con motivo de la festividad de la Asunción de la Virgen (15 de agosto) se instala en el Monasterio de Las Descalzas Reales en Madrid el conjunto artístico “la Dormición de la Virgen”, excelente ejemplo del Barroco español.
Esta tradición se recuperó en el año 2000. La devoción del Tránsito de la Virgen tiene tradición mediterránea, ya que las fundadoras del Monasterio (siglo XVI) eran religiosas del convento de Santa Clara de Gandía (Valencia). La comunidad de clarisas franciscanas es la que se ocupa de “vestir” y “alhajar” a la Virgen con motivo de la celebración de una novena, previa, y una octava, posterior, a la fiesta del 15 de agosto.
El conjunto está formado por una imagen Vestidera de la Virgen, en posición yacente, con rostro, manos y pies tallados y policromados; cama del siglo XVIII de estilo rococó y ocho ángeles vestideros, de fabricación española, del siglo XVI. El traje fue realizado en Nápoles en el siglo XVIII y está ricamente adornado.