Así lo asegura el arquitecto mayor de la Catedral de Sevilla, Alfonso Jiménez, tras el estudio del plano hallado casualmente el verano pasado en Oñati, en el convento de Bidaurreta, datado entre 1480 y 1498, el más antiguo que se conserva del templo andaluz y con el que el arquitecto afirma que podría volver a levantarse la Catedral de Sevilla.
Jiménez presentó ayer en la Catedral hispalense el libro "La traça de la Iglesia de Sevilla", resultado de las investigaciones que en estos meses ha efectuado junto con la historiadora cántabra Begoña Alonso Ruiz sobre este hallazgo fortuito, un plano “que ha sido un milagro que se conserve en tan buen estado” y del que aseguró que arrojará nuevos datos históricos, ya que lo considera “inagotable”.
El plano, efectivamente, certifica que los diseñadores originales del templo tenían previsto derruir la Giralda y el Patio de los Naranjos o de la antigua mezquita, lo cual ya se suponía, porque la nervadura de una capilla próxima al minarete se interrumpe a la mitad, lo que hace pensar que no se contaba con el obstáculo de la torre almohade.
En cuanto a la planta, el plano coincide a la perfección -no hay otra catedral gótica en el mundo con cinco naves, dos hileras de capillas y dos puertas en la cabecera – además de que tiene inscripciones que sitúan la “Puerta del Perdón” y la “Capilla de la Antigua” y una inscripción en su reverso: “Traça de la iglesia de Seuilla”.
Jiménez ha descartado que se trate de una falsificación, aparte de por tantas evidencias, por la marca de agua que conserva el papel, propia de finales del siglo XV, y ha estudiado hasta el modo de plegarlo, el mismo que se emplea en el archivo de la Catedral de Sevilla para otros papeles de la época.