El pasado sábado, el Papa Benedicto XVI se reunió en la Capilla Sixtina con un grupo de 260 artistas de todo el mundo. Benedicto XVI no aprovechó la ocasión para abordar o retomar ninguna de las tensiones anteriores que la Iglesia ha mantenido abiertas con el arte contemporáneo y, en concreto, con determinados artistas como Andrés Serrano, Martin Kippenberger o Chris Ofili, sino que optó por centrarse en alentar a los artistas a luchar por una producción artística centrada en la belleza.

"Lo que es capaz de restaurar el entusiasmo y la confianza, lo que puede encaminar al espíritu humano a descubrir su camino para elevar su mirada hacia el horizonte, al sueño de una vida digna de su vocación, ¿qué es sino la belleza? La experiencia de la belleza no nos separa de la realidad, por el contrario nos conduce a un encuentro directo con la realidad cotidiana de nuestras vidas, liberándola de las tinieblas, transfigurándola, lo cual es radiante y hermoso".

Les dijo también a los artistas: "Ustedes son los custodios de la belleza. Gracias a su talento, tienen la oportunidad de hablar con el corazón de la humanidad, de tocar las sensibilidades individuales y colectivas para evocar los sueños y esperanzas, para ampliar los horizontes del conocimiento y de la participación humana”.

El Papa instó a los no creyentes a "entablar un diálogo con los creyentes, con los que, como ustedes, consideran que son peregrinos en este mundo y en la historia hacia la belleza infinita"  y a los artistas en general a ser "plenamente conscientes de su gran responsabilidad de comunicar la belleza”.