El Hermitage y el Gobierno ruso se encuentran sumergidos en una educada pero firme pelea política sobre si las conocidas muñecas matruska forman parte de la cultura tradicional rusa o no. El director del museo, Profesor Mikhail Piotrovsky, ha prohibido su venta en la tienda de regalos del Hermitage en San Petersburgo, alegando que las muñecas ensamblables no son en absoluto parte del arte popular ruso.
El mes pasado, en una entrevista para celebrar la apertura de la nueva sucursal del Hermitage en Ámsterdam, explicó: "Las muñecas son de origen japonés, adaptadas después a Rusia… Estas muñecas son horrorosas. Son símbolos de la industria turística. Aquí no vamos a vender cualquier basura. Es lo que digo".
Estas muñecas de madera pintada que encajan perfectamente una dentro de otra, se dice que fueron inventadas en 1890 por el popular pintor ruso Sergei Maliutin, inspirado por un grupo de figuras japonesas que representaban los Siete Dioses de la Fortuna. Sin embargo, también se podría argumentar que el concepto de “objetos anidados”, en forma de huevo, ya formaba parte del arte decorativo ruso.
Aunque tradicionalmente las matruskas tienen como protagonistas figuras femeninas, el best-seller del momento es un grupo que representa a políticos rusos que van encajando uno en otro, empezando por el actual presidente Dimitry Medvedev y terminando con un diminuto Lenin.
A pesar de las sátiras, el Gobierno ruso es consciente de que las matruskas son un gran negocio nacional que se está viendo afectado por la recesión del turismo y el pasado mes anunció que había emitido órdenes de compra para estas muñecas y otros objetos manuales por valor de más de un millón de rublos, con el objetivo de rescatar esta industria.