154 razones para seguir teniendo fe en el cine. Bajo este largo y sugerente título se agazapa el libro en el que Miguel Ángel Delgado, fiel espectador y crítico habitual a través de sus colaboraciones en LaButaca.net y en los programas Noche de cine y Vivir de cine, de Intereconomía Radio y Televisión, argumenta por qué cada una de las 154 películas elegidas merece que le dediquemos dos horas de nuestro tiempo y un puñado de euros.
El autor, como apunta en la contraportada de su libro, no pretende sentar cátedra ni establecer cánones, pero sí asomarse a lo que de verdad llega a nuestras salas, en un amplio abanico que va del cine comercial al de autor, del independiente al de animación, del infantil al más sesudo… y es que, para el verdadero aficionado, las buenas películas pueden esconderse bajo cualquier etiqueta.
Construir en torno a una idea
¿Por qué una película y no otra? Cualquier película ha sido, en principio, una simple idea. Su origen puede estar en una noticia, un hecho, un rumor, en una novela o en la imaginación de un guionista. Lo que en verdad resulta importante es que la idea de la que se parte sea suficientemente sólida como para construir en torno a ella el guión de una película.
Las aquí incluidas fueron estrenadas en los últimos cuatro años en España y despertaron el suficiente interés como para ser recogidas, como para seguir manteniendo la fe en el cine, como para abrigar la esperanza “de que alguna de ellas llegue a formar parte de ese sagrario particular que todos los cinéfilos guardamos celosamente en nuestro interior”.
Aunque, insiste el autor, lo que aquí se ofrece no tiene vocación enciclopédica… no es un análisis de tendencias sobre lo que ocupa habitualmente nuestra cartelera; no pretende arrojar lecturas sobre el estado de nuestra cinematografía, o el de las foráneas… sino transmitir, en la medida de lo posible, la experiencia de un espectador que ama el cine.
Pasión
Ahí radica la clave, la frescura y el interés de este libro: ver las películas como un espectador. Desde la entrega del que acude a una sala y se sienta en una butaca con la pasión del buen aficionado. Y después lo cuenta.
Y lo que argumenta esta obra tiene nombres tan distintos como En el valle de Elah. El violín. Transsiberian. Las crónicas de Narnia. Expiación. Gran Torino. The Visitor. La Duda. Iron Man. Los mundos de Coraline. Revolutionary Road. Vacaciones de ferragosto. Juno. El silencio antes de Bach. La vida sin Grace. Slumdog Millonaire. Ratatouille. Los tres entierros de Melquiades Estrada. El truco del manco o Up y así hasta 154.
Para todos y para todos los gustos. Ya lo apunta el reclamo del libro. ¿Te ves sumido en una duda existencial cada vez que tienes que decidir qué película ver? ¿Lees todas las críticas y cuentas todas las estrellitas o piensas que los críticos son unos estirados al servicio de las productoras? ¿Eres de palomitas y refresco o prefieres un silencio sepulcral? ¿Gafapasta de versión original o adicto a las macrosalas de centro comercial? Seas como seas, una cosa es segura: si estás leyendo esto, es porque te apasiona el cine. Y pasión es lo que no falta en este libro
El escritor italiano Alberto Moravia, que según propia confesión acudía a las salas no menos de tres veces por semana, dejó escrito: “En el momento de entrar en el cine, advierto que me coloco en una disposición de ánimo semejante a aquella en que me pongo cuando me siento a la mesa a escribir. ¿Y cuál es la mejor disposición para escribir bien? Pues abolir el ego y dejar que se manifieste el ser con entera libertad. En otras palabras, es necesario abolir eso que Reich llama la “coraza caracterial”: las barreras, los muros, las prevenciones construidas por el propio yo… Sólo con esta disposición se obtiene la llamada inspiración antes de escribir. Y sólo ésta nos pone en las mejores condiciones para contemplar una película”.
El espectador como centro
Pues eso es lo que se detrae de las 154 críticas que Miguel Ángel Delgado nos acerca. Un especial talento para mirar y la consideración del espectador como eje en torno al que gravita, y debe ser así, todo lo que tiene que ver con el cine y su objetivo: las películas. En definitiva, un crítico sentado en la misma butaca que un espectador rebuscando en su memoria aquello que no debemos perdernos.
Porque, como se pregunta el filósofo español Julián Marías, que durante tantos años hizo crítica cinematográfica en distintos medios pero que siempre se declaró, ante y sobre todo, aficionado: ¿No sería útil que los actores y los directores pensaran, cuando van a hacer una película, en lo que se va a recordar de ella, en lo que va a sobrevivir? ¿No se ahorrarían muchas escenas muertas si se pensara en salvar algo de cada película en la memoria, como recordamos a algunas personas con quienes nos hemos cruzado en una calle o que estaban asomadas a la ventanilla de un tren parado frente al nuestro que iba no sabemos dónde?
En el intento de que no nos olvidemos de lo visto o nos animemos a verlo de no haberlo hecho, Miguel Ángel Delgado nos apunta 154 razones para seguir teniendo fe a la hora de entrar en una sala e instalarnos en esa oscuridad que precede al maravilloso momento en que, desde la pantalla, alguien comienza a contarnos una historia que acaso pueda ya acompañarnos para el resto de nuestra vida.
Ya no se hacen películas como las de antes… pero no importa.
154 razones para seguir teniendo fe en el cine.
Miguel A. Delgado