La película se abre con un perturbador fundido a negro. A lo largo de cuatro interminables minutos la pantalla se mantiene en un plano negro mientras, in crescendo, se perciben sonidos que pudieran ser los que acompañaban a quienes iban a ser, o ya habían sido aniquilados en las cámaras de gas.
Lo sonoro cobra un muy acertado protagonismo a lo largo del filme. Oímos los terribles sonidos que ayudan a imaginar las atrocidades que, aunque el espectador no vea en la pantalla, se están cometiendo. El propio Glazer lo argumenta: “Cuando oímos determinados sonidos, las imágenes se vuelven claras. Las barbaridades que se están cometiendo pueden estar fuera de nuestra vista, pero no fuera de nuestra mente. He enfocado el largometraje como si me enfrentase a dos películas: la que oyes y la que ves”. Ese acertadísimo y terrible contraste se erige en una de las claves de la película. Para construir el estremecedor diseño de sonido, Glazer vuelve a contar con la compositora Mica Levi, con la que ya colaboró en Under the Skin.
Lo que el espectador escucha y ve entronca con el conocido concepto de la banalidad del mal, propuesto por la pensadora Hanna Arent. Sobre las apacibles imágenes de la familia Höss cuidando su idílico jardín, chapoteando en la piscina, compartiendo una velada con amigos o tomando, entre risas, una copa, se escucha el escalofriante relato sonoro de los que a solo unos metros, tras una pared que establece dos mundos antagónicos, están siendo aniquilados.
Abundan los largometrajes sobre la Shoah, pero esta vez y al abordar la perspectiva de los captores, la cinta aporta un original enfoque que protagonizan una Sandra Huller a la que no le sobra ni un gesto, Christian Friedel y Ralph Hertfort.
Tras sacudir la sección oficial de Cannes, donde ganó el gran premio del jurado, La zona de interés ha sido elegida mejor película del año por la Asociación de Críticos de Cine de Los Ángeles. Además, ha obtenido los premios al mejor director (Jonathan Glazer), mejor intérprete protagonista para Sandra Hüller y Mejor Música (Mica Levi). Por otra parte, seleccionada como representante por Reino Unido en los próximos Óscar, ha sido incluida en las listas cortas de mejor película internacional, banda sonora y sonido de los premios.
Jonathan Glazer debutó en el largometraje con Sexy Beast (2000), protagonizada por Ben Kingsley. Cuatro años más tarde dirigió Reencarnación y tras realizar numerosos videoclips y spots publicitarios, volvió al cine en 2013 con Under the Skin.
Desde entonces han pasado diez años en los que fue fraguando una película filmada en el propio campo de exterminio: “Elegimos rodar en Auschwitz y decidimos reconstruir minuciosamente el escenario de los hechos: la casa, el jardín pegando al campo de concentración… Pisamos aquel suelo y respiramos aquel aire. Vivimos una experiencia dura, intensa y aterradora. Al tomar esa decisión pensé en la actual situación del mundo. De algún modo espero que los espectadores no vean que fue algo que sucedió entonces y de lo que hoy estamos a salvo. No hay que bajar la guardia y en el fondo es bueno que sintamos que podemos ser parecidos a aquellos verdugos”.
Esa disyuntiva del ser humano de pasar por encima e ignorar el dolor y el sufrimiento ajenos aún en las circunstancias más horripilantes lleva a que, tras visitar La zona de interés, el espectador se pregunte dónde están los límites y, realmente, ¿a qué llamamos crueldad?
La zona de interés
Dirección: Jonathan Glazer
Guion: J. Glazer sobre la novela homónima de Martin Amis (Anagrama) publicada en 2015.
Intérpretes: Sandra Hüller, Christian Friedel, Ralph Hertfort, Max Beck y Freya Kreutzman
Fotografía: Lucasz Zal
Música: Mica Levi
Reino Unido, Estados Unidos, Polonia / 2023 / 105 minutos
Distribución: Elástica y Wanda Visión