Bigas Luna dedicó sus primeros años en el mundo profesional a tareas que poco tenían que ver con el séptimo arte. Proveniente del diseño industrial y el interiorismo, trabajó como fotógrafo profesional para publicidad. Sus primeros pasos en el cine los dio de la mano del Súper 8, cuando en los años setenta comenzó a rodar numerosos cortos y documentales.
Tras la muerte de Franco, el realizador barcelonés estrena su opera prima, Tatuaje, en la que adapta a la gran pantalla una de las aventuras de Pepe Carvalho escrita por su paisano Manuel Vázquez Montalbán. En 1978 su prestigio profesional comenzará a fraguarse cuando paseó por el Festival de Cannes –en la sección Quincena de Realizadores– Bilbao, la historia del secuestro de una prostituta que encarnó la escritora y periodista Isabel Pisano.
Sexo y comida
Después de estas primeras incursiones en el mundo cinematográfico detrás de la cámara, Luna estrenó Caniche, Renacer, Lola y Angustia. Con estas cintas imprimía a sus largometrajes el sello que recorrería posteriormente su filmografía a lo largo de los años, en la que el erotismo tuvo siempre un papel protagonista y decisivo.
Este rasgo se apreció de una forma más incisiva en Las edades de Lulú, donde consiguió que María Barranco se metiese en el papel de un travesti con el que consiguió su segundo Goya, y en su trilogía ibérica, que formaron Jamón, jamón, Huevos de oro, y La teta y la luna, donde exploró las relaciones entre el sexo y la comida, de la que también era un claro apasionado.
Camino hacia la fama
En Bámbola, película a la que no escapó la polémica, se adentró de nuevo en la exploración de la sensualidad y la sexualidad. En La camarera del Titanic dirigió a Aitana Sánchez Gijón, en Volavérunt recreó la época de Goya y la Duquesa de Alba, y en Son de mar rodó en la localidad de Denia una historia de amor imposible entre dos personajes interpretados por Leonor Watling y Jordi Mollà con el mar Mediterráneo como testigo.
Sus dos últimos filmes, de los 18 que dirigió en 35 años de carrera, se convirtieron en un díptico sobre el camino hacia la fama en diferentes etapas de dos chicas, interpretadas por Verónica Echegui y Elsa Pataky. En Yo soy la Juani y Di Di Hollywood, Luna ofreció sendas miradas sobre la sociedad actual a través de los avatares de dos muchachas cuyo mayor sueño es convertirse en actriz y hacerse un nombre.
Descubridor de talento
A Bigas Luna se le considera descubridor de una hornada de actores del cine español –dio la primera oportunidad a Penélope Cruz, Javier Bardem, Jordi Mollá y Verónica Echegui– y siempre le gustó adaptar al celuloide las palabras de novelistas españoles consagrados, entre los que destacaron Almudena Grandes, Antonio Larreta, Vázquez Montalbán y Manuel Vicent.
El Institut Valenci d´Art Modern (IVAM) inauguró en febrero de 2008 la exposición Ingestum-Los fluidos,en la que Luna presentó un proyectó que dedicó al agua, la leche y la sangre. También en 2009, dirigió el espectáculo de cabaret El Plata en la ciudad de Zaragoza, local del que ejerció como director artístico en su reapertura.
Placeres y obsesiones
Sus placeres y obsesiones nunca dejaron de estar presentes en su carrera y en su vida, trayectoria en la que recogió el León de Plata al Mejor Director en Venecia por Jamón, jamón; el Premio Nacional de Cine de Cataluña; y un Premio Goya al Mejor Guion Adaptado por La camarera del Titanic, entre otros galardones.
Hasta el pasado domingo estuvo trabajando en la preparación de su película El Mecanuscrit del Segon Origen, su último deseo es que esta película se finalice y se dedique a su único nieto, Quim Lu. Ante notario, Bigas Luna ha dejado escrito que su última voluntad es que no se le haga ningún acto ni homenaje público, la familia lo respetará escrupulosamente.