La familia y el cáncer, el cáncer y la familia o la familia como un cáncer. Violet es una mujer de carácter complicado que va a peor a medida que toma descontroladamente medicinas para sobreponerse al tumor que tiene en la boca. Cuando su marido desaparece, su familia se reúne en casa de la matriarca una vez más. La mayor se está separando y tiene una hija adolescente que ha empezado a fumar; la mediana se acerca a los cincuenta sin haberse casado y eso no le gusta a su madre; la pequeña tiene la cabeza llena de pájaros. Y eso por no hablar de sus parejas.

El dramaturgo estadounidense Tracy Letts es el encargado de adaptar su propia obra de teatro a la gran pantalla. La obra Agosto (Condado de Osage) se pudo ver en el Teatre Nacional de Catalunya en 2010, protagonizada por Anna Lizaran y Emma Vilarasau, y en Madrid en el Teatro Valle-Inclán de Madrid desde finales 2011, protagonizada por Amparo Baró y Carmen Machi.

Baró fue galardonada en 2012 con el premio Ceres que otorga el Festival de Teatro Clásico de Mérida por su interpretación del papel que retoma Meryl Streep en la película.

La asfixiante atmósfera de Agosto tiene más que ver con las complicadas relaciones familiares que mantienen los personajes que con las altísimas temperaturas del verano en el centro de Estados Unidos. Los personajes de Meryl Streep y Julia Roberts (y, en menor medida, el resto de personajes) se pelean verbal y físicamente a lo largo de todo el metraje, con el más virulento de los enfrentamientos teniendo lugar con toda la familia sentada a la mesa a la hora de la cena.

Es en estas situaciones, cuando comen y beben, cuando los acontecimientos se precipitan y las conversaciones afiladas con ánimo de hacer sangre proliferan. Lo más seguro es que a la audiencia no se le hayan olvidado las recientes cenas de Navidad y Agosto se las recuerde vívidamente, incluso a aquellos con parientes mejor avenidos.

Regusto a obra de teatro

La historia no ha perdido el regusto a obra de teatro, con una realización sobria incluso en los (escasos) exteriores y un monólogo inicial que explicita qué está por venir. La afectación de los personajes principales y la intensidad de todo lo que hacen y dicen satura la escena. La atmósfera asfixiante acaba por pesar como una losa y, a ratos, con alguna de las exageradas vueltas de tuerca, la historia de la familia parece sacada de un telefilme de sobremesa.

Aunque el reflejo sea distorsionado, habrá quien se pueda ver de refilón. Al fin y al cabo este es un retrato extremo de las relaciones familiares y de cómo el presente afecta a nuestro futuro pero solo nos damos cuenta cuando ya es demasiado tarde.