El bluegrass es su bajo continuo. Hace el papel de hilo conductor que salpica sin emborronar, pero que aporta carácter y luz más allá de la dureza de la propia historia. Es, con frecuencia, un género que sirve para contar historias dramáticas, de amor o de religión y de todo ello hay en la película.
Protagonizada por la actriz y cantante flamenca Veerle Baetens y por el actor Johan Heldenbergh, autor de la obra de teatro en la que se inspira la película, Alabama Monroe te acuna bajo el poder del amor y la pasión, te alimenta con la dura enfermedad de la hija de la pareja enamorada, y te plantea, entre medias, las cuestiones más existenciales del ser humano: ¿Esto es todo? ¿Quién soy yo? ¿Puedo dejar de ser yo?
If I needed you
En esa lucha se sumergen los protagonistas, Didier y Elise. Didier es independiente, práctico, pasional y ateo. Elise es emoción pura y vitalidad, y necesita, en determinados momentos de tristeza, no cerrarse a nada. Ambos se complementan como el día y la noche, como la tierra y el mar. Viven en una casa en el campo, casi como auténticos cowboys en pleno Gante. Son felices, ¿demasiado quizás?
Cuando el dolor hace acto de presencia lo confunde todo. Hasta el bluegrass, derivado de la música folclórica estadounidense, se vuelve extraño y de origen difuso para Didier. EE.UU., el paraíso, el país donde todo es posible, se vuelve represión y conservadurismo para él. ¿O es que siempre lo fue? ¿Acaso los estados más country no son, históricamente, los más conservadores? ¿Ocurrirá lo mismo con Dios, con Yahvé, con Alá o como quiera que se llama ese ‘posible’ Ser Supremo? ¿Y si al final, a pesar de que la razón imponga lo contrario, existe otra vida más allá de la muerte?
“Si te necesitara, ¿tú vendrías a mí? ¿Tú vendrías a mí y aliviarías mi dolor? Si me necesitaras, yo iría a ti, nadaría los mares para aliviar tu dolor”, así reza la maravillosa versión del tema de Townes van Zandt [1] que atraviesa la película. En Alabama Monroe, a veces la música compuesta por Bjorn Eriksson es narrativa y cuenta parte de la historia, y a veces subraya las emociones de forma sublime, quizás con cierto sadismo para el espectador más sensible, pero de forma tan profundamente emocional y bella que hace que la película crezca. ¿Abandonará el amor a Elise y a Didier cuando más lo necesitan?
Cuando la música es más
Como el bluesgrass en Alabama Monroe, la música inunda algunas de las últimas películas que han logrado conquistar al público y a la crítica en los últimos tiempos. A veces, detrás de una buena historia, la música y las canciones que aparecen como banda sonora le dan una redondez, un poso de belleza, de encanto y de luz aún mayor.
Entre ellas, A propósito de Llewyn Davis, la última película de Joel y Ethan Coen, es una buena prueba. El filme ha cosechado las mejores críticas, consiguió el Gran Premio del Jurado en Cannes, se llevó el premio a la mejor película en los Gotham y ha sido incluida entre las 10 mejores de 2013 según el American Film Institute. Además recabó tres nominaciones a los Globo de Oro en categorías principales y dos (aunque de las consideradas menores) en los próximos Óscar.
Cuando en los primeros minutos suena Hang Me, Oh Hang Me [2], por un momento, parece detenerse todo. Con una imagen y un sonido cuidadísimos, los Coen se meten a los espectadores en el bolsillo ya en esos primeros frames de la película, que cuenta, intentado ser una road movie y sin llegar a serlo, pero sí con un flashback de peso: la vida y la lucha de Llewyn Davis, un joven cantante de folk del Greenwich Village de los años 60. Davis, en realidad bien podría llamarse Bob Dylan, o Tom Paxton, o quizás Patrick Sky. O Joni Mitchell o Dave Van Ronk, del que los Coen toman varias canciones para la banda sonora.
Sixto Rodríguez y Glenn Hansard
Sobre la vida de un músico, la de Sixto Rodríguez, va también Searching for sugar man (2012), un documental que ha arrasado allá por donde ha pasado: los Óscar, los BAFTA, Sundance, Moscú, Oslo, premios de la crítica, del jurado, del público…
El documental narra cómo, a finales de la década de 1960, Rodríguez fue descubierto en un bar de Detroit por dos célebres productores con los que grabó un disco. El esperado éxito nunca llegó y el cantante cayó en el olvido ante los rumores de un suicidio. O eso era lo que todo el mundo creía porque una grabación pirata encontrada en Sudáfrica hizo que en el país se convirtiera en un auténtico fenómeno. Hoy, éste ya es mundial y la banda sonora de la película, las canciones de Rodríguez, suenan por todo el mundo: «Sugar man, won’t you hurry / ‘cos i’m tired of these scenes / For a blue coin won’t you bring back / All those colors to my dreams…».
De talento y buena música habla también Once, la película irlandesa de John Carney que en 2006 dio a conocer mundialmente a Glenn Hansard y a Markéta Irglová, dos músicos aficionados que consiguieron un Óscar a la Mejor Canción en 2007. El filme se convirtió en todo un éxito de ventas, fue adaptado para el teatro y se estrenó en el célebre New York Theatre Workshop de Off Broadway. Falling Slowly [3], la canción principal, es hermosa, sencilla, sin pretensiones, igual que la película. Las interpretaciones de los dos actores protagonistas consiguen llegar por su calidez y por el sentimiento verdadero que derrochan. Glenn Hansard sigue hoy conquistando a los melómanos del mundo con el fuerte desgarro de sus letras y de su voz, y el corazón se le sale cada vez que canta sobre un escenario.
La película dio lugar a una segunda parte, The Swell Season, un documental que narra lo que les sucede después del éxito a los dos protagonistas.
La estela continúa
A 20 pasos de la fama todavía no se ha estrenado en España y habrá que esperar todavía hasta el 23 de mayo. Se trata de un documental de Morgan Neville que habla sobre las cantantes coristas que, desde el anonimato, fueron imprescindibles para las carreras de grandes artistas como Mick Jagger, Bruce Springsteen, Sting, Stevie Wonder, Sheryl Crow y Bette Midler.
De nuevo, música, cine y éxito, porque la película está nominada al Óscar como Mejor Película Documental y se ha convertido en toda una sensación en Estados Unidos. Ha recaudado ya cinco millones de dólares con solo 150 copias y se ha ganado también el apoyo de la prensa especializada. Una prueba más de la larga y dorada vida que están disfrutando las películas con grandes bandas sonoras, que cuentan, además, la pasión de los músicos, su historias, su día a día, su verdad.
The Broken Circle Breakdown
(Alabama Monroe)
Año: 2012
Duración: 112 min.
País: Bélgica
Director: Felix Van Groeningen
Guión: Carl Joos, Felix Van Groeningen
Música: Bjorn Eriksson
Reparto: Veerle Baetens, Johan Heldenbergh, Nell Cattrysse, Geert Van Rampelberg, Nils De Caster, Robbie Cleiren, Bert Huysentruyt, Jan Bijvoet, Blanka Heirman