Sangailé -Julija Steponaityté en una actuación poderosa y llena de contención-, una joven de 17 años reservada y silenciosa, siente una atracción irreprimible por el vuelo, pero no es capaz de vencer el vértigo que las alturas le provocan. Durante una exhibición de aviones acrobáticos conoce a Austé -Aisté Dirziuté, también más que convincente-, una chica de su misma edad muy diferente a ella y con muchos menos complejos.
Cuando surge, surge
Es verano. Sangailé lo pasa en la acomodada casa de sus padres al borde de un lago. Austé tiene que trabajar como camarera y vive en un edificio colmena. Entre ambas nace una profunda relación. Ambas acaban por aceptar que el amor surge cuando surge y no tiene por qué saber de géneros. Al tiempo que Sangailé vencerá sus miedos e impulsada por Austé aprenderá a volar, discurre un verano que marcará el futuro de ambas.
Kavaité marca una puesta en escena muy bien arropada por la magnífica fotografía de Dominique Colin, que logra que cada plano se quede en nosotros. Además, y como se ha apuntado, las dos actrices protagonistas alcanzan una naturalidad llena de convicción.
En algún tramo de la proyección se percibe falta de profundidad en la definición de los personajes secundarios que pasan sin hacer ruido y, acaso, mereciesen algo más de perfil. Pero, en el conjunto, es una cuestión menor.
Más que un relación lésbica
La vida de Adèle, Carol, la recientemente estrenada Un amor de verano y la que ahora nos ocupa son películas que, en principio, retratan relaciones lésbicas. Pero en realidad todas van más allá y tienen como denominador común el abordar el deseo desde la óptica del descubrimiento y las dudas y desequilibrios que provocan los sentimientos consecuentes cuando la situación no se ajusta a lo tenido por convencional. De eso van, cada una con sus particularidades, las cuatro propuestas mencionadas. De eso va, acaso mucho más metafórica que las restantes, El verano de Sangailé.
Las acrobáticas estelas que los aviones dejan en el cielo se constituyen en el metafórico dibujo de las inquietudes de la protagonista. Son tema recurrente en una película llena de sutilezas que viene a recordarnos que la vida es intrincada, que el despertar de los sentimientos se rige a menudo por códigos complejos y que asumir lo que íntimamente se es no es una cuestión sencilla.
Dirección y guion: Alanté Kavaïté
Intérpretes: Julija Steponaityte, Aiste Dirziute, Nele Savicenko, Laurynas Jurgelis, Martynas Budraitis, Jurate Sodyte
Fotografía: Dominique Colin
Música: Jean-Benoîte Dunckel
Lituania, Francia, Holanda / 2015 / 88 minutos