Surgió como una obra de teatro sonoro que Kaufman firmó con el seudónimo de Francis Fregoli (en referencia al síndrome por el que alguien se siente perseguido por una persona que adopta la apariencia de conocidos) y acabó convertida en una película única.
Para adaptar al cine un experimento tan apoyado en el sonido había que buscar algo más que la mera transmisión a carne y hueso. Así, Kaufman y Duke Johnson, realizador televisivo premiado por sus trabajos de animación, optaron por recrear su historia a través de muñecos que se moverían en stop motion.
Una de las grandes virtudes de Anomalisa viene de la animación y del hecho de que no sea una cinta animada por un mero capricho de sus responsables. El mismo guion puesto en imágenes con actores reales habría resultado fallido al distraer al espectador con una estrategia que se volvería más obvia y menos significativa. Sin embargo, la animación le sirve para presentar al público su propuesta de un modo más sutil y jugar incluso al despiste en sus primeros momentos.
«Puede estar protagonizada por muñecos, pero es la película más humana del año», escribió Matt Patches en Esquire [1] acerca de Anomalisa. La frase no puede ser más acertada. El guion de Kaufman está tocado de una sensibilidad increíble. Olvidarán pronto que están viendo personajes de animación moviéndose en stop motion y verán personas viviendo un drama que les resultará cercano.
Originalidad y rareza
¿De qué habla Anomalisa? De lo insustancial que puede resultar la vida para tantos que han caído en una zona de confort carente de emoción y de cómo todo puede cobrar sentido con un giro inesperado. Dicho así puede parecer que se trata de un dramón intenso con pedantería, pero por allí anda Kaufman, mente brillante detrás de títulos tan originales como Cómo ser John Malkovich, Adaptation (El ladrón de orquídeas) y ¡Olvídate de mí!, así que la cosa cobra un sentido totalmente distinto.
Kaufman enfrenta un conflicto plenamente realista (el hastío, la desesperanza) con una visión surrealista y por momentos onírica apoyada en el juego que la animación y las voces permiten. A esto le añade unas buenas dosis de comedia negra que destensa el ambiente y ayuda a dejar un poso de acidez y melancolía en el espectador.
El resultado es maravilloso. El juego que propone Kaufman, que a primer golpe de vista (y oído) destaca por la originalidad y la rareza (dos constantes en su filmografía), se acaba asentando en el espectador como un recurso común y el mejor medio para transmitir el mensaje.
Al buen hacer de Kaufman y Johnson detrás de las cámaras (y todo el equipo de animadores) hay que sumar los increíbles trabajos que hacen David Thewlis, Jennifer Jason Leigh y Tom Noonan prestando sus voces a los personajes. Olvídense de que salen figuritas en stop motion; sus interpretaciones son de lo mejor que van a encontrar esta temporada. A ello ayuda un trabajo de sonido que recrea los ambientes con un realismo que da la impresión de un rodaje corriente en platós con captación en directo.
Da la impresión de que siempre que se habla de una película de animación es muy difícil juzgarla por los valores que tiene como película sin añadirle la coletilla de la animación. No le pongan etiquetas a Anomalisa. Simplemente vayan a ver una gran película, estén hechos del material que estén hechos sus personajes.
Dirección: Duke Johnson, Charlie Kaufman
Guion: Charlie Kaufman (Basado en su obra)
Intérpretes: David Thewlis, Jennifer Jason Leigh, Tom Noonan
Música: Carter Burwell
Fotografía: Joe Passarelli
Estados Unidos / 2015 / 90 minutos