Imaginen Carthage, un pequeño pueblo entre cuyas modestas glorias se encuentra el Salón de la Fama de la Música Country de Texas. Un lugar que no llega a los diez mil habitantes y en el que todos se conocen. Vidas sencillas, pequeñas ambiciones, pocos cambios. Y de repente, un crimen desestabiliza la armonía del pueblo. O quizá no. Quizá no haya sido para tanto. Ahí está la gracia de Bernie.
Un artículo publicado por Skip Hollandsworth en el Texas Monthly [1] allá por 1998 iluminó a Linklater para dar lugar a su película. La base periodística queda patente en un filme que alterna los fragmentos de ficción pura con insertos de (falsas) entrevistas a la manera de un documental, algunas de ellas protagonizadas por ciudadanos reales. Tal acercamiento quizá se deba al carácter de la historia que lo originó todo, uno de esos hechos reales tan bizarros que ninguna ficción puede hacerle justicia. No está mal que se lo recuerden a sí mismos a medida que avanza el metraje para que su asombro vaya a más.
Al frente del reparto, un Jack Black sorprendentemente contenido que hace una de las mejores interpretaciones de su carrera. Resulta muy obvio prejuzgar que una comedia protagonizada por Black será un entretenimiento facilón para toda la familia. Obvio y equivocado, en este caso. Porque lo de Bernie es otra cosa.
Comedia negra
La cinta de Linklater es, por encima de todo, una comedia negra que mira la realidad desde un ángulo aberrante. Sin desvelar detalles de la trama (para aquellos que no conozcan la historia real), digamos que hace una muy particular reflexión sobre los juicios sociales y el concepto de moralidad que se destila en los pueblos pequeños. También hay drama, e incluso drama judicial, pero la historia se enfoca desde la risa y el desconcierto.
Su tratamiento, eso de mostrar a las claras las simpatías que sus responsables sienten por el personaje protagonista, ya generó polémica en su estreno, especialmente en lo que concierne a la otra parte de la historia, la que encarna con su sobrada vis cómica Shirley MacLaine. Ésta da vida a la malvada viuda que lo desencadena todo. Malvada hasta la médula, un retrato que encaja perfectamente en esta historia narrada desde el absurdo.
Bernie, decíamos, es una rareza. En fondo y forma. Su estética colorida y luminosa choca con la miga del relato (un asesinato) y añade ironía al asunto. Además, ese cierto aire de telefilme juega a su favor. A eso añádanle un Matthew McConaughey pre-Óscar con un look imposible y el delirio es total.
El disparate continúa más allá de la película cuando uno descubre que el Bernie real que da nombre a la película fue liberado el año pasado con la condición de vivir en el garaje de Linklater. ¿Siguen pensando que aquello de que la realidad supera a la ficción es un cliché?
Dirección: Richard Linklater
Guión: Skip Hollandsworth y Richard Linklater (Basado en un artículo de Skip Hollandsworth)
Intérpretes: Jack Black, Shirley MacLaine, Matthew McConaughey, Brady Coleman, Richard Robichaux, Rick Dial y Brandon Smith
Música: Graham Reynolds
Fotografía: Dick Pope
Estados Unidos / 2011 / 104 minutos