Toda infancia está relacionada de un modo u otro con el apellido Disney, que ha construido parte de nuestra experiencia como espectadores desde Blancanieves y los siete enanitos (1937) a El rey león (1994). Hablar del gigante empresarial es hablar, por lo general, de historias solventes con moraleja y mimo en el diseño artístico. Big Hero 6 no es una excepción.
El despliegue visual es asombroso. Los animadores construyen una ciudad entera que aparece ante nuestros ojos mientras seguimos las andanzas de los protagonistas. El sitio en cuestión responde al nombre de San Fransokyo, y supone una mezcla exquisita entre las calles llenas de tranvías e interminables e inclinadas cuestas de San Francisco y la arquitectura de pequeñas casas orientales de barrio antiguo y fríos rascacielos de Tokio. La imagen que abre la película, una versión del puente Golden Gate rematado con motivos orientales apareciendo entre la bruma, es una sentencia clara de la importancia de los referentes nipones.
Camino del héroe
La historia se centra en Hiro, un genio de la tecnología de 14 años que se siente muy cómodo optando por el camino fácil. A través de su hermano Tadashi descubre los beneficios del esfuerzo y el estudio. Un fatal acontecimiento en San Fransokyo coloca a Hiro en el camino del héroe, un camino que emprende junto a cinco compañeros. De entre sus peculiares acompañantes, que van desde la yonqui de la adrenalina al neurótico, destaca el personaje más icónico de la producción, el diseñado a medida para pósteres y merchandising: Baymax.
Baymax merece un capítulo aparte porque condensa todos los buenos valores que la película transmite. Auténtico corazón del filme (algo irónico al tratarse de un robot), esta especie de bonachón muñeco de Michelin resume la filosofía de lo que todo buen héroe debiera ser: un protector, alguien que cura, no un agresor.
Valores positivos
Quizá el valor más positivo de Big Hero 6 es la transmisión de la idea de que la venganza no compensa. Tras tantas películas de superhéroes cuyo propósito primero y último es vengarse aniquilando al villano de turno, encontramos una cinta que nos hace ver que dicho acto no conduce a ninguna parte, que en ningún caso la venganza restituye aquello que la originó. Una decisión elogiable teniendo en cuenta su público potencial, el juvenil.
Los más adultos, no obstante, podrán disfrutar de un guion muy atinado en su registro cómico. Big Hero 6 supone un paso adelante respecto a ¡Rompe Ralph!, que abría con fuerza y comicidad e iba perdiendo fuelle en favor de una demasiado marcada sensiblería. En este caso el tono se mantiene a lo largo del filme, si bien la comedia deja paso a la acción pura y la moraleja en su tercio final. Sin embargo, los momentos cómicos funcionan a la perfección, jugando especialmente con el sarcasmo y un registro no demasiado común en la filmografía de Disney: gags prolongados y basados en la repetición.
En definitiva, Big Hero 6 es una acertada elección para ir al cine en las fechas navideñas. Su tono entrañable, marca de la casa Disney, se combina a la perfección con la comedia y una acción bien dirigida. Un entretenimiento visualmente estimulante y con carisma.
Dirección y guion: Patrick Osborne
Estados Unidos / 2014 / 6 minutos
El cortometraje que precede a Big Hero 6 es una pequeña pieza que sigue una de las máximas de los trabajos cortos de Disney: acción sin diálogos. En esta ocasión, la historia se centra en un perro y su afición a la comida. A través del pequeño protagonista conocemos la vida de su dueño, especialmente su relación con una chica. El acierto reside en mostrar la historia del humano desde el punto de vista del can, construyendo el contexto emocional del hombre mediante la evolución en la comida que recibe el animal. Aunque cae en la sensiblería, no deja de ser un trabajo simpático y bien realizado, con un dibujo que actualiza con efectos digitales el clásico trazo de las producciones Disney.
Dirección: Don Hall y Chris Williams
Guion: Robert L. Baird, Daniel Gerson y Jordan Roberts (Basado en el cómic de Duncan Rouleau y Steven T. Seagle)
Música: Henry Jackman
Estados Unidos / 2014 / 108 minutos