La Segunda Guerra Mundial no sólo se cobraba millones de vidas humanas: el patrimonio artístico europeo también estaba siendo víctima de la barbarie nazi, que ejercía de forma sistemática el pillaje y el saqueo de obras de todo tipo, incluidos cuadros de Miguel Ángel, Leonardo da Vinci, Van Dyck y Vermeer. Un variopinto grupo de expertos en arte, militarizados en las filas del Ejército de EE.UU., desembarca en Normandía con una misión concreta: rescatar el mayor número de obras de arte posible de manos de las alemanes.
Clooney dirige, es coguionista y protagoniza The Monuments Men [1], adaptación de la novela The Monuments Men: Allied Heroes, Nazi Thieves and the Greatest Treasure Hunt in History, publicada en 2009 (en España el año pasado por Destino [2]), que se estrenará en diciembre en Estados Unidos.
Quinto trabajo como director
[3]En su quinto trabajo como director se rodea de grandes nombres y rostros conocidos. Matt Damon, John Godman, Bill Murray, Cate Blanchett, Hugh Bonneville y Jean Dujurdin le acompañan en esta aventura cinematográfica que homenajea a ese grupo de valientes que salieron de detrás de un escritorio para salvaguardar uno de los mayores legados del hombre.
El tono del tráiler deja entrever que esta vez Clooney, un amante de los pedazos de historia para sus películas, se mueve a medio camino entre la heroicidad de sus personajes, su comicidad (no dejan de ser historiadores en el campo de batalla) y un toque de aventura que recuerda lo visto en anteriores trabajos como Los idus de marzo o Buenas noches y buena suerte.
Héroes improbables
En total, más de cinco millones de objetos fueron confiscados y trasladados a los territorios del Tercer Reich durante los primeros años de la guerra.
Para evitar la desaparición y el deterioro de ese enorme legado cultural, y cuando la guerra encaraba su fase decisiva, los Aliados crearon la sección de Monumentos, Bellas Artes y Archivos, en la que hasta 1951 trabajaron algo más de trescientas personas de 13 países distintos.
En su mayoría no eran militares, sino directores de museos, conservadores, historiadores y profesores de arte que utilizaron sus conocimientos para recuperar, catalogar y devolver a su legítimo lugar cuadros, esculturas y retablos, y para proteger abadías, iglesias y otros edificios históricos de los estragos de la guerra.
Los miembros de la sección de Monumentos, conocidos como Monuments Men [4], encararon en aquellos años cruciales una carrera contrarreloj para salvar tesoros culturales de la destrucción, ejerciendo a menudo una labor detectivesca a través de documentos recuperados en catedrales bombardeadas y museos, y gracias a pistas conseguidas con la ayuda de la población local.
Se convirtieron de este modo en héroes improbables sumergidos en el epicentro de la peor guerra del siglo XX, que arriesgaron sus vidas y en algunas ocasiones la perdieron, y que, como tantos otros que vivieron aquella época, personificaron el coraje que permitió que la mejor humanidad derrotara a la peor.