¡Devolvedme la infancia!

La película cuenta la historia de Eda, un niño de ocho años que durante la ocupación alemana en la Segunda Guerra Mundial se ve obligado a dejar su Praga natal para mudarse a un pequeño pueblo en el campo, donde habitualmente pasa las vacaciones y reside parte de su familia.

Eda deberá acostumbrarse a una nueva vida muy diferente de la que conocía en la ciudad. En esa conversión de lo urbano a lo rural vivirá una aventura al tiempo extraña y excitante. En ese nuevo mundo descubrirá que las chicas existen y se sentirá atraído por primera vez por su belleza. Pero entre otro buen número de hallazgos también conocerá oscuros secretos familiares que le harán saber que no todo es azul o rosa.

Según propia confesión, esta historia rondaba en la cabeza de Jan Sverák desde hace muchos años. Tantos como quince, que son los que tardaron a cuatro manos en darle forma cinematográfica tras haberle encargado el director a su padre, el guionista Zdenek Sverák, que narrase su aventura infantil durante la segunda contienda mundial.

Ese encuentro paterno-filial desemboca en una película llena de encanto en el que se entrelaza el humor con la pérdida, la ingenuidad con la añoranza, la tantas veces ácida realidad de los adultos con la imposibilidad de recuperar la ingenuidad de los primeros años de la vida.

Curioso casting

Dos curiosidades marcan la apuesta: Por una parte el larguísimo casting realizado para elegir al pequeño protagonista, un más que convincente Alois Grec que venció y convenció entre más de 800 aspirantes. El método de selección fue muy curioso, pues los pequeños tenían que contarle un chiste al director, «y el elegido nos contó un par de chistes que nos hicieron reír a todos pues, además de ser buenos, en boca de Alois resultaban desternillantes».

Por otra parte, la cinta transmite veracidad y ello se debe en buena medida a los espacios en los que fue rodada. «Tras muchas vueltas encontramos la localización perfecta en la ciudad de Slavonice, un lugar que se mantiene prácticamente igual que en los años 40 pues durante décadas fue una zona militar inaccesible del otro lado del telón de acero», explica Sverák.