En la cima de su carrera artística, Serge Tanneur (sugerente como siempre Fabrice Lucini) abandonó el mundo del espectáculo para mudarse a la pequeña Isla de Ré y vivir como ermitaño. Tres años más tarde, Gauthier Valence (Lambert Wilson vuelve a estar tan convincente como siempre) acude a la isla a visitarle. Valence es un famoso galán de televisión que está planeando una producción de El misántropo de Molière y quiere ofrecerle a Serge el papel principal.

Pese a su negativa inicial, Tanneur acaba por aceptar cinco días de ensayo antes de tomar su decisión. El tour de force interpretativo está servido y en ese cara a cara anida lo mejor de la película. Los dos actores se miden y se desafían compartiendo el placer de actuar juntos y las enormes ganas de retarse y discrepar. Duelo de actores: duelo de desbocados egos.

Hondura y escepticismo

No han perdido los textos del gran dramaturgo agilidad y frescura. Al margen de lo que toquen, y abordan siempre los grandes temas que gravitan sobre el ser humano, nos queda de Molière su palabra envuelta en un aire de comedia, sí, pero hondamente reflexiva y un punto pesimista.

Molière en bicicleta es una entretenida película que tiene como principio y fin el duelo entre dos actores de talla. Sólo en algún pasaje aislado, Luchini cae, como ya sucediera en Las chicas de la sexta planta, en un cierto histrionismo, en tanto Wilson sabe contenerse y destila en todo momento una profesionalidad realmente envidiable. El mar y los arenales de la Isla de Ré contribuyen a lo agradable de la propuesta.

Textos memorables y cine de muy buena factura apoyado en una sólida dirección de actores de altura.