«La película es estrictamente musical. No tiene ni narradores ni diálogos. Funciona, a nivel de estructura y de ritmo, con la música de Antonio Jiménez y con unos colaboradores de lujo», explica Andrea Zapata-Girau. Han sido muchos los retos que la directora ha tenido que afrontar, la mayoría de los cuales se han convertido en ventajas. «Uno ha sido plasmar en imágenes las localizaciones que esta música evocaba. Otro era de equipo, en el sentido de que yo era la realizadora, la cinematógrafa, la editora… y aunque al principio ésto ofrece ciertas desventajas, puedes dominar el resultado final y te da una visión mucho más completa».
El reto de cómo filmar música también ha estado presente. «Se trataba de buscar la manera de hacerla más comprensible y más cercana a través de una forma de filmar», cuenta la directora.
La fusión, muy presente
Rodada en Madrid, Córdoba, La Habana, Berlín, Nueva York, Rusia y Nicaragua, cada uno de los protagonistas se mueve en su ambiente. «El espectador es inteligente y puede ir hilando, entendiendo y sintiendo sin ningún tipo de explicación todo lo que sucede en ella. No hay un rótulo que diga quién habla o el lugar donde está, tampoco nadie que explique que es un sitio importante porque por allí han pasado grandes figuras. Todo depende del espectador, que verá diferentes capas».
Así, cada fragmento de la película aporta una escena de la fusión entre la guitarra flamenca y un estilo distinto que bien puede ser la música clásica contemporánea, la música cubana o el folclore ruso. «Tampoco ha habido nada pactado. Hay diferentes líneas que vienen marcadas por las colaboraciones. Por ejemplo, hablar de Raimundo Amador es tratar el blues flamenco o hacerlo de Jerry González hacerlo sobre la música afrolatina y así todos».
Para el guitarrista y compositor Antón Jiménez, «en los últimos años la gente ha confundido mucho la palabra fusión». «La fusión no debe ser premeditada. Viene innata tras los pasos que has ido dando y con la gente que has ido aprendiendo. Es como el lenguaje: poco a poco aprendes más y más, pero sin dejar de ser flamenco», putualiza.
Grandes colaboradores
La película ha contado también con el diseñador de sonido, y ganador de tres premios Goya, Pelayo Gutiérrez (Chico & Rita, El otro lado de la vama, La piel que habito, etc.), el ganador de un Goya Nacho Royo-Villanova (No habrá paz para los malvados, El artista y la modelo…) y el montador de sonido Javier Monteverde.
«Suponemos que con este formato, el flamenco puede llegar a mucho más público. De hecho, nunca se ha filmado el flamenco a este nivel cinematográfico. Andrea es de las jóvenes directoras que tiene muchísimo que aportar en ese lenguaje cinematográfico de entendimiento con la música. Cuando nos conocimos me sorprendió muchísimo su carisma. Me enseñó sus trabajos y así fue cómo decidimos hacer el proyecto», relata el guitarrista del madrileño barrio de Lavapiés.
Tras su estreno en Madrid habrá una gira de presentación por Estados Unidos. Además, sus autores van a distribuirlo en salas comerciales, y en DVD en EE.UU., Canadá, Francia, Japón y España, plataformas tipo Netflix y presentaciones en teatro en las que se combinará la emisión de la película con un posterior espectáculo en directo. «Su duración, una hora y cinco minutos, lo facilita», puntualiza Zapata-Girau. Los Goya también están en su punto de mira.