El mundo empresarial siempre ha dado grandes obras. Un universo tan frío y despótico, donde la puñalada trapera es el pan de cada día, es un referente constante en la creación de cualquier campo y procedencia. Terreno propicio para el thriller y el drama, acaso alcanza su máximo esplendor cuando se viste de comedia. Y qué mejor color para el traje de la comedia que el negro.
Y es que, por muchas páginas de cine que la clasifiquen como drama, Tiempo de caníbales es una contundente, deliciosa y lúcida comedia negra. Johannes Naber, que firma su segunda película, nos acerca a tres individuos hundidos en el lodazal de los tejemanejes empresariales. Kai y Frank son dos tiburones cuyo pasear por la vida es un avance imparable hacia delante, pisando y arrasando lo que se interponga en su camino. Cuando su autoconfianza alcanza cotas estratosféricas aparece Bianca, un organismo exógeno en un sistema competitivo y hermético. Y ahí, por supuesto, todo lo preconcebido vuela por los aires.
Sebastian Blomberg, Katharina Schüttler y Devid Striesow están espléndidos en sus roles de caníbales enchaquetados. El guión de Stefan Weigl diferencia lo suficiente a sus tres personajes principales para descubrir lo asquerosamente similares que son. Los continuos vaivenes y reveses sacan a la luz la carne blanda que palpita bajo el frío caparazón del sujeto de negocios. Sin embargo, la cinta no cae en la sensiblería fácil de expiar atrocidades como medida desesperada de humanización. Aquí no existe la inocencia. Si acaso, culpabilidad y un grado mayor de culpabilidad.
Brillante disección
La puesta en escena de Naber, apoyada en el esquema que plantea el guión de Weigl, se asemeja bastante a una obra de teatro. Rodada íntegramente en espacios interiores, los personajes saltan continuamente de un país a otro, lugares en los que no piensan involucrarse. Naber toma esta idea y juega con ella con mucha inteligencia. Así, los únicos cambios de localización apreciables se dan en la decoración de las habitaciones de los distintos hoteles y su personal. Las vistas que dejan ver las ventanas completan este juego cargado de asepsia: bloques grises e informes. ¿Acaso no es esa la imagen que se lleva de un lugar quien es tan necio de no interesarse por conocerlo?
Mala leche por los cuatro costados. Ironía servida en raciones finísimas. Dardos certeros sobre las supuestas bondades del capitalismo. Una disección brillante del tejido empresarial que deja al descubierto la podredumbre que lo lubrica. Y además, una comedia divertidísima. Confiemos en las distribuidoras españolas para que estos caníbales deshagan sus maletas en nuestro país.
Dirección: Johannes Naber
Guión: Stefan Weigl
Intérpretes: Sebastian Blomberg, Katharina Schüttler y Devid Striesow
Música: Cornelius Schwehr
Fotografía: Pascal Schmit
Productoras: Studio-TV-Film GmbH, Westdeutscher Rundfunk, ARTE y Bayerischer Rundfunk
Alemania / 2014 / 93 minutos