En otras ocasiones, el flamenco dejó su huella de forma puntual pero de recuerdo indeleble en clásicos como Muerte de un ciclista, de Juan Antonio Bardem, Amanecer en puerta oscura, de José María Forqué, o Con el viento solano, de Mario Camus.
Hay un hombre en España que si no ha visto todo el cine del mundo, le falta muy poco. Se llama Carlos Aguilar (Madrid, 1958). Autor de una literalmente monumental Guía del cine y de un diccionario sobre las relaciones entre el Jazz y el Séptimo Arte, Aguilar firma ahora, en colaboración con la novelista Anita Haas, Flamenco y Cine, un recorrido enciclopédico, riguroso y crítico por las conexiones entre ambas expresiones artísticas a cuenta de largometrajes y sus protagonistas, de cineastas y de figuras del toque, el cante y el baile. Rescatamos diez momentazos flamencos que quedaron inmortalizados para siempre a veinticuatro fotogramas por segundo.
Nacer con el baile dentro: Carmen Amaya
Sara Baras dice de ella que cuanto más duro bailaba más femenina se volvía, así que pocas bailaoras más femeninas que ella. Catalana de Barcelona, encarna mejor que nadie el prototipo de bailaora gitana temperamental. Protagonizó uno de los primeros clásicos del cine flamenco, María de la O, rodada meses de antes de que estallara la Guerra Civil. Casi tres décadas después, está aún más espectacular en otro hito del cine patrio, Los Tarantos –suerte de West Side Story por bulerías- con momentos como éste en los que uno no sabe que resulta más admirable: si la energía, la velocidad, la pasión, la autenticidad o el sentimiento. No llegó a ver su estreno porque ya estaba enferma durante el rodaje y tampoco, claro, su nominación a los Oscar en la categoría de mejor película extranjera.
Chunga y descalza
Precisamente prima de Carmen Amaya es Micaela Flores Amaya, La Chunga. Bailar descalza formaba parte de su identidad como bailaora y así lo hizo en De espaldas a la puerta un policiaco del año 1959 firmado por José María Forqué, un director que ya le había dedicado un cortometraje monográfico a la gitana que bailaba con los pies desnudos. No era la primera vez que Forqué mostraba en sus filmes predilección por el flamenco (ahí están Niebla y sol o Amanecer en puerta en oscura) pero su amor a esta música nunca resultó más transparente que en esta secuencia de La Chunga haciendo de La Chunga.
La Jurado enciende el fuego de la pareja Gades & Hoyos
El amor brujo de Manuel de Falla, una de las cimas de la música clásica española, ha sido tres veces llevada a la gran pantalla. Una mezcla de ballet y cante jondo que maridan tan bien como la pareja artística que formaron Cristina Hoyos y Antonio Gades. Juntos se dejaron guiar por Carlos Saura en Bodas de sangre, Carmen y en la última versión cinematográfica hasta la fecha de El amor brujo. Si no fuera ya suficiente reclamo el talento de Falla, Saura, Gades y Hoyos, sumen también la dirección de orquesta de Jesús López Cobos y la voz inconfundible de Rocío Jurado.
Duende y misterio de Antonio El Bailarín
Edgar Neville, que ya tendría un lugar de honor en la historia del cine español por habernos legado películas tan buenas como El último caballo, La vida en un hilo o El crimen de la calle Bordadores, encima es el responsable del primer documental sobre el género con su Duende y misterio del flamenco. Película del año 1952, da entrada a cantaores de la talla de Antonio Mairena o las hermanas Fernanda y Bernarda de Utrera pero, puestos a elegir un momento inolvidable, ninguno como el de Antonio El Bailarín en la escena final. Por cierto, está claro que habiendo existido Antonio Gades y Antonio Montoya, El Farruco, merece la pena llamarse Antonio si uno va a probar suerte en el baile flamenco.
Caracol canta a la niña de fuego
Embrujo es la película más conocida de la pareja que formaron Manolo Caracol y Lola Flores en los años cuarenta. En una escena él interpreta La niña de fuego, del trío compositivo Quintero, León y Quiroga, mientras ella baila. Lola Flores no solo ha sido una de las personalidades musicales más populares del país (Lola de España) en la segunda mitad del siglo XX y una de las figuras del flamenco con más películas a sus espaldas; también es una de las pocas –Camarón es otro- que tiene su propio biopic (Lola, la película).
El parentesco flamenco de Ava Gardner
Una fotografía de Ava Gardner y Lola Flores en el bautizo de Antonio Flores ocupa la portada del libro Flamenco y cine y no por casualidad dado el poder icónico de ambas, cada una en su negociado. Si la Gardner se enamoró de España sería por variados motivos pero uno indiscutible fue su pasión por la música flamenca. Lo cuenta ella misma en sus memorias cuando habla de haber sentido enseguida una “especie de parentesco” con esta música. Llevaba poco tiempo con domicilio en Madrid cuando le surgió la posibilidad de interpretar el papel de María Vargas, una bailaora que cambia los tablaos madrileños por los platós de Hollywood. La película en cuestión es La condesa descalza de Joseph L. Mankiewick. A su manera fue el homenaje personal de una mujer de Carolina del Norte a la banda sonora de un país que tan gustosamente la había acogido… para disgusto de su por entonces marido, Frank Sinatra. En fin, siempre es un espectáculo verla aunque lo suyo no fuera el flamenco.
La Carmen de Morente, Lezana y Diamante
Muchos años antes de que Enrique Morente volara la cabeza de flamencos y rockeros con Omega y otras audacias, incluso antes de ponerse a las órdenes de Carlos Saura en sus películas musicales del cambio de siglo, el cantaor de Granada había participado en varias escenas de la mejor versión de la novela de Prosper Mérimée. La Carmen de Julio Diamante es Sara Lezana, actriz con películas excelsas como El extraño viaje y La busca en su currículo, que brilla en esta cinta como bailaora acompañada de la voz de Morente. A los méritos mencionados añadamos que la banda sonora es del guitarrista Manolo Sanlúcar.
A la vera de Mario Camus
Con el viento solano es una de las mejores películas de Mario Camus y eso es mucho decir hablando de un cineasta que ha dirigido Los santos inocentes o La colmena. Protagonizada por Antonio Gades, que interpreta a un gitano que huye por haber cometido un crimen, incluye una escena de baile con La Polaca mientras suena, con fondo de palmas y taconazos, A tu vera, la pieza firmada a medias por Rafael de León y Juan Solano. Un momento musical estupendo interrumpido bruscamente por la gran María Luis Ponte.
Cómo viene Chano
El libro de Aguilar y Haas no pasa por alto a los músicos de jazz que han incorporado ingredientes flamencos a sus discos: desde el decano de todos ellos, Pedro Iturralde, autor de dos trabajos titulados Jazz Flamenco 1 y 2, que tenían como guitarrista a un tal Paco de Lucía que entonces se presentaba como Paco de Algeciras hasta Javier Colina o Perico Sambeat, pasando por Antonio Serrano o Niño Josele. Pero es difícil no estar de acuerdo con Fernando Trueba cuando en su película sobre jazz latino Calle 54 decía lo siguiente al presentar a Chano Domínguez: “Durante años ha habido muchos experimentos para intentar fusionar el flamenco y el jazz pero la mayoría han sido eso, experimentos, algunos brillantes, pero Chano Domínguez es el primer músico completamente bilingüe de este nuevo género. En su música ocurre un milagro: Monk y Camarón se dan la mano”.
https://www.youtube.com/watch?v=HUUvzfeu6C4
La isla de Camarón
La isla de Camarón es San Fernando, el municipio gaditano que vio nacer a José Monje Cruz, la mayor leyenda del cante flamenco. Su figura es fuente de inspiración para una de las películas más peculiares del cine español reciente. Con personajes reales y el mismo título que La leyenda del tiempo –su trabajo más rompedor en comandita con Kiko Veneno y los hermanos Amador-, el filme cuenta la historia de un crío gitano de San Fernando incapaz de volver a cantar tras la muerte de su padre y de una joven japonesa que decide dejarlo todo para viajar a España a aprender a cantar como Camarón.