Dustin Hoffman, melómano empedernido y pianista aficionado, que ha confesado que daría parte de su carrera como actor por haber tenido talento para la música, refuerza la propuesta en su papel de director de los infantes. Pero el conjunto paga su carácter demasiado previsible y, siendo digno, no logra que olvidemos aquel coro que nos atrapó hace diez años.
Talento en bruto
Va la historia de chico conflictivo con dotes excepcionales para el canto. Stet (interpretado con convicción por el debutante Garret Wareing) va de charco en charco desde que perdió a su madre y su padre nunca acabó de hacerle el caso que precisaba.
Tras unos cuantos titubeos y el apoyo de un mecenas, acaba por ingresar en el coro de la National Boychoir Academy, una prestigiosa agrupación dirigida por el Maestro Carvelle (Dustin Hoffman), que sabe ver la joya que esconde la voz del chaval.
A partir de ahí se suceden encuentros y desencuentros entre alumno y director. El chico no acaba de creerse el tesoro que alberga, el maestro no acaba de aceptar que enmudezca tanto talento.
Además de en Hoffman, François Girard se apoya en otros sólidos intérpretes, como la oscarizada Kathy Bates y la tres veces nominada a los galardones de la Academia, Debra Winger.
Con el fondo de una banda sonora que quita el hipo -no podía ser de otra manera-, El coro es una película tierna y sensible -tampoco podía ser de otro modo- que además de calmar el espíritu, nos habla de los sueños y el afán de superación, de la tenacidad y de lo fugaz de las cosas, pues la gloria de las voces infantiles se pierde con la llegada de la pubertad.
Dirección: François Girard
Guión: Ben Ripley
Intérpretes: Dustin Hoffman, Kathy Bates, Debra Winger, Garret Wareing
Fotografía: David Franco
Música: Brian Byrne
Estados Unidos / 2014 / 106 minutos